
El Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU. (DHS) publicó una norma definitiva el 17 de diciembre de 2025 que exige a todos los no ciudadanos estadounidenses, incluidos los residentes permanentes legales, presentar datos biométricos cada vez que entren o salgan de Estados Unidos, a partir del 26 de diciembre de 2025. Se tomarán fotografías para reconocimiento facial en todos los aeropuertos, cruces terrestres y puertos marítimos, mientras que las huellas dactilares y escaneos de iris se implementarán progresivamente. Los viajeros que se nieguen serán impedidos de abordar o ingresar, convirtiendo efectivamente los datos biométricos en un requisito indispensable para viajar.
Esta medida completa una directiva del Congreso que lleva décadas en marcha para crear un sistema integral biométrico de entrada y salida. Desde 2018, programas piloto probaron el reconocimiento facial en el 70 % de los aeropuertos estadounidenses; ahora, el DHS asegura que la tecnología es lo suficientemente rápida para cubrir los puertos restantes sin aumentar los tiempos de espera. Las aerolíneas y operadores de cruceros deberán integrar sus puertas de embarque con el Servicio de Verificación de Viajeros basado en la nube de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), mientras que las fronteras terrestres usarán quioscos móviles y escáneres portátiles.
Si aún dudas si necesitas visa, ESTA u otro documento antes de enfrentar estos nuevos controles biométricos, VisaHQ puede simplificar todo el proceso. Su portal en línea (https://www.visahq.com/united-states/) ofrece orientación en tiempo real sobre requisitos de entrada a EE. UU., listas de documentos y programación de citas, herramientas que ayudan tanto a viajeros individuales como a equipos corporativos de movilidad a mantenerse en cumplimiento conforme evolucionan las normas del DHS.
Defensores de la privacidad, como la ACLU y varias coaliciones de viajes de negocios, advierten que el alcance amplio de la norma —que incluye a titulares de tarjeta verde y niños desde los dos años— podría normalizar la vigilancia facial y exponer a los viajeros a brechas de datos si la enorme base de imágenes es hackeada. El DHS responde que las imágenes serán cifradas y almacenadas por no más de 14 días para la mayoría de los viajeros, y asegura que los datos biométricos reducen el fraude por suplantación y aceleran las inspecciones en 30 segundos por pasajero.
Para las empresas multinacionales, el impacto inmediato es operativo: los responsables de movilidad deben actualizar las políticas de viaje, capacitar al personal sobre riesgos de rechazo y garantizar que los sistemas de seguimiento de empleados puedan identificar a quienes no hayan registrado correctamente sus datos biométricos. Los viajeros frecuentes deben prever tiempo extra en las puertas de embarque hasta que el nuevo proceso se estabilice y verificar que su registro de salida se refleje en su historial I-94.
De cara al futuro, el DHS no descarta ampliar los requisitos biométricos a vuelos domésticos o incluir muestreos de ADN en ciertos casos. Las empresas deben continuar con evaluaciones de impacto en privacidad y participar en consultas públicas sobre futuras expansiones biométricas para proteger los datos de sus empleados y la continuidad del negocio.
Esta medida completa una directiva del Congreso que lleva décadas en marcha para crear un sistema integral biométrico de entrada y salida. Desde 2018, programas piloto probaron el reconocimiento facial en el 70 % de los aeropuertos estadounidenses; ahora, el DHS asegura que la tecnología es lo suficientemente rápida para cubrir los puertos restantes sin aumentar los tiempos de espera. Las aerolíneas y operadores de cruceros deberán integrar sus puertas de embarque con el Servicio de Verificación de Viajeros basado en la nube de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), mientras que las fronteras terrestres usarán quioscos móviles y escáneres portátiles.
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Defensores de la privacidad, como la ACLU y varias coaliciones de viajes de negocios, advierten que el alcance amplio de la norma —que incluye a titulares de tarjeta verde y niños desde los dos años— podría normalizar la vigilancia facial y exponer a los viajeros a brechas de datos si la enorme base de imágenes es hackeada. El DHS responde que las imágenes serán cifradas y almacenadas por no más de 14 días para la mayoría de los viajeros, y asegura que los datos biométricos reducen el fraude por suplantación y aceleran las inspecciones en 30 segundos por pasajero.
Para las empresas multinacionales, el impacto inmediato es operativo: los responsables de movilidad deben actualizar las políticas de viaje, capacitar al personal sobre riesgos de rechazo y garantizar que los sistemas de seguimiento de empleados puedan identificar a quienes no hayan registrado correctamente sus datos biométricos. Los viajeros frecuentes deben prever tiempo extra en las puertas de embarque hasta que el nuevo proceso se estabilice y verificar que su registro de salida se refleje en su historial I-94.
De cara al futuro, el DHS no descarta ampliar los requisitos biométricos a vuelos domésticos o incluir muestreos de ADN en ciertos casos. Las empresas deben continuar con evaluaciones de impacto en privacidad y participar en consultas públicas sobre futuras expansiones biométricas para proteger los datos de sus empleados y la continuidad del negocio.








