
Apenas 24 horas después de que su ministro de Finanzas destacara los beneficios del acuerdo comercial UE-Mercosur, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva lanzó un ultimátum: si Europa sigue demorándose más allá de diciembre, Brasil podría retirarse. Durante una reunión de gabinete a última hora del 17 de diciembre, Lula afirmó que el gobierno había "agotado toda la paciencia diplomática" tras nuevas señales de Francia e Italia de que no estaban listos para firmar.
La dura retórica del presidente busca, en parte, apelar a un público interno escéptico ante las exigencias ambientales europeas, pero también refleja la creciente frustración de exportadores y sectores dependientes de la movilidad —farmacéutico, agro-tecnología y servicios de ingeniería— que se beneficiarían de un acceso más fácil al mercado y una movilidad de especialistas más ágil. Los analistas advierten que un colapso en las negociaciones podría retrasar por años las disposiciones de movilidad que permitirían visitas técnicas sin visa de hasta 90 días y una agilización en el despacho aduanero de cargas para proyectos.
Las cámaras empresariales europeas en São Paulo reaccionaron con preocupación, instando a ambas partes a "encontrar un camino constructivo". En caso de que Brasil se retire, las empresas tendrían que volver a un mosaico de tratados bilaterales, aumentando la carga administrativa.
Para las organizaciones que buscan anticiparse a esta incertidumbre, VisaHQ puede simplificar el panorama cambiante de visados. A través de su plataforma dedicada a Brasil (https://www.visahq.com/brazil/), el servicio reúne los últimos requisitos de entrada, ofrece procesamiento en línea para múltiples tipos de visa y brinda asesoría experta sobre permisos de trabajo en Mercosur, proporcionando a los gestores de movilidad un punto de referencia único y confiable en caso de que el acuerdo comercial general fracase.
Por ello, se recomienda a los gestores de movilidad incluir planes de contingencia en los presupuestos de asignaciones para 2026, especialmente para proyectos transfronterizos que involucren múltiples sedes en Mercosur.
Los diplomáticos de ambos continentes aún creen que es posible un compromiso, pero reconocen que cualquier nuevo retraso podría empujar la ratificación al mandato de una nueva Comisión Europea, reiniciando efectivamente las negociaciones.
La dura retórica del presidente busca, en parte, apelar a un público interno escéptico ante las exigencias ambientales europeas, pero también refleja la creciente frustración de exportadores y sectores dependientes de la movilidad —farmacéutico, agro-tecnología y servicios de ingeniería— que se beneficiarían de un acceso más fácil al mercado y una movilidad de especialistas más ágil. Los analistas advierten que un colapso en las negociaciones podría retrasar por años las disposiciones de movilidad que permitirían visitas técnicas sin visa de hasta 90 días y una agilización en el despacho aduanero de cargas para proyectos.
Las cámaras empresariales europeas en São Paulo reaccionaron con preocupación, instando a ambas partes a "encontrar un camino constructivo". En caso de que Brasil se retire, las empresas tendrían que volver a un mosaico de tratados bilaterales, aumentando la carga administrativa.
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Los diplomáticos de ambos continentes aún creen que es posible un compromiso, pero reconocen que cualquier nuevo retraso podría empujar la ratificación al mandato de una nueva Comisión Europea, reiniciando efectivamente las negociaciones.









