
El Ministerio de Defensa de Polonia ha tomado la controvertida decisión de reanudar la producción nacional de minas antipersonales, un arma que abandonó hace más de 25 años. El viceministro de Defensa, Paweł Zalewski, declaró a Reuters que el fabricante estatal Belma podrá producir hasta 1,2 millones de minas anuales —doce veces su capacidad actual— para reforzar la nueva línea de fortificaciones ‘Escudo Este’ a lo largo de los 418 kilómetros de frontera con Bielorrusia y los 210 kilómetros que limitan con el exclave ruso de Kaliningrado. La decisión de Varsovia sigue a su notificación formal de retirada del Convenio de Ottawa; la prohibición del tratado dejará de aplicarse a Polonia a partir del 20 de febrero de 2026.
Las autoridades gubernamentales argumentan que esta medida es una necesidad defensiva motivada por la guerra en curso de Rusia en Ucrania y los “ataques híbridos” de Minsk, que han provocado el cruce de miles de migrantes de terceros países desde 2021. Según el ministerio, las minas se colocarán únicamente en territorio polaco, detrás de la valla de acero de 5,5 metros erigida en 2022, y estarán equipadas con tecnología de desactivación remota. Sin embargo, grupos humanitarios advierten que estas armas pondrán en peligro inevitablemente a civiles, incluidos residentes locales y trabajadores estacionales transfronterizos, y podrían obstaculizar futuros corredores comerciales.
Para los gestores de movilidad, el anuncio plantea preguntas prácticas inmediatas. La construcción de las fortificaciones del Escudo Este ya ha reducido los puntos autorizados de cruce de 15 a nueve; es probable que las zonas de seguridad adicionales y las inspecciones de municiones sin explotar prolonguen los tiempos de viaje para los camiones que circulan entre los puertos de Gdańsk y los Estados bálticos. Se ha aconsejado a las empresas con plantas en los voivodatos orientales que revisen sus planes de evacuación de emergencia y verifiquen que sus seguros corporativos de viaje cubren el riesgo de minas terrestres.
En este contexto, la plataforma de VisaHQ para Polonia (https://www.visahq.com/poland/) puede ayudar a organizaciones y viajeros individuales a anticiparse a los cambios en los requisitos documentales. El servicio ofrece actualizaciones en tiempo real sobre visados, asistencia para solicitudes electrónicas y opciones de mensajería, garantizando que ingenieros, auditores y otros especialistas obtengan los permisos adecuados rápidamente, incluso con la entrada en vigor de nuevos controles fronterizos.
A nivel internacional, esta medida podría provocar reacciones similares. Lituania, Letonia, Estonia y Finlandia han manifestado su intención de seguir a Polonia y retirarse del Convenio de Ottawa. De concretarse, los expertos temen un perímetro semimilitarizado en el espacio Schengen que complicaría desde el turismo de ocio hasta las visitas técnicas entre sitios. Ucrania, que nunca firmó el tratado, ya ha solicitado a Varsovia excedentes una vez cubiertas las necesidades polacas.
A largo plazo, esta política podría tener efectos regulatorios en cadena. Se espera que la Comisión Europea revise las derogaciones del Código de Fronteras Schengen a principios de 2026; fuentes en Bruselas indican que el despliegue de minas podría justificar “controles fronterizos excepcionales prolongados”, permitiendo a Polonia mantener inspecciones puntuales a ciudadanos de la UE durante un periodo mucho más largo que el límite actual de seis meses. Por ello, los viajeros de negocios deberían prever tiempos adicionales de tránsito y esperar un escrutinio documental más riguroso al entrar o salir de las regiones orientales de Polonia.
Las autoridades gubernamentales argumentan que esta medida es una necesidad defensiva motivada por la guerra en curso de Rusia en Ucrania y los “ataques híbridos” de Minsk, que han provocado el cruce de miles de migrantes de terceros países desde 2021. Según el ministerio, las minas se colocarán únicamente en territorio polaco, detrás de la valla de acero de 5,5 metros erigida en 2022, y estarán equipadas con tecnología de desactivación remota. Sin embargo, grupos humanitarios advierten que estas armas pondrán en peligro inevitablemente a civiles, incluidos residentes locales y trabajadores estacionales transfronterizos, y podrían obstaculizar futuros corredores comerciales.
Para los gestores de movilidad, el anuncio plantea preguntas prácticas inmediatas. La construcción de las fortificaciones del Escudo Este ya ha reducido los puntos autorizados de cruce de 15 a nueve; es probable que las zonas de seguridad adicionales y las inspecciones de municiones sin explotar prolonguen los tiempos de viaje para los camiones que circulan entre los puertos de Gdańsk y los Estados bálticos. Se ha aconsejado a las empresas con plantas en los voivodatos orientales que revisen sus planes de evacuación de emergencia y verifiquen que sus seguros corporativos de viaje cubren el riesgo de minas terrestres.
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A nivel internacional, esta medida podría provocar reacciones similares. Lituania, Letonia, Estonia y Finlandia han manifestado su intención de seguir a Polonia y retirarse del Convenio de Ottawa. De concretarse, los expertos temen un perímetro semimilitarizado en el espacio Schengen que complicaría desde el turismo de ocio hasta las visitas técnicas entre sitios. Ucrania, que nunca firmó el tratado, ya ha solicitado a Varsovia excedentes una vez cubiertas las necesidades polacas.
A largo plazo, esta política podría tener efectos regulatorios en cadena. Se espera que la Comisión Europea revise las derogaciones del Código de Fronteras Schengen a principios de 2026; fuentes en Bruselas indican que el despliegue de minas podría justificar “controles fronterizos excepcionales prolongados”, permitiendo a Polonia mantener inspecciones puntuales a ciudadanos de la UE durante un periodo mucho más largo que el límite actual de seis meses. Por ello, los viajeros de negocios deberían prever tiempos adicionales de tránsito y esperar un escrutinio documental más riguroso al entrar o salir de las regiones orientales de Polonia.








