
Nueve organizaciones humanitarias francesas, entre ellas Utopia 56 y Médicos del Mundo, han acusado a Londres y París de permitir de manera tácita que un grupo de vigilantes británicos acose a migrantes en la costa norte de Francia.
En una conferencia de prensa conjunta el 9 de diciembre, las ONG detallaron una serie de incidentes protagonizados por Raise the Colours, una autodenominada “fuerza civil de control fronterizo” compuesta por exmilitares británicos, que ha destruido embarcaciones inflables, transmitido en vivo sus patrullajes y rociado con pintura a migrantes para disuadir los cruces del Canal. La policía francesa detuvo brevemente a algunos miembros la semana pasada, pero los liberó sin cargos, alegando falta de claridad en la jurisdicción.
Los activistas sostienen que la ausencia de una respuesta contundente normaliza la violencia xenófoba y pone en riesgo a quienes buscan asilo. Afirman que agentes de la Border Force han compartido información con estos activistas, una acusación que el Ministerio del Interior británico “niega categóricamente”. Por su parte, el Ministerio del Interior francés está revisando si las acciones del grupo constituyen violencia organizada.
Para las empresas que trasladan personal entre Reino Unido y la UE, este episodio pone de manifiesto los crecientes riesgos operativos y reputacionales en las rutas de tránsito del norte de Francia. Proveedores logísticos han reportado retrasos puntuales debido a los cordones policiales en las playas, y los responsables de movilidad podrían considerar informar a los empleados en traslado sobre la tensión creciente.
A largo plazo, abogados temen que imitadores privados de seguridad en ambos lados del Canal compliquen los esfuerzos por crear vías migratorias seguras y legales, empujando a más personas —incluidos viajeros de negocios que exceden su estancia— hacia canales irregulares.
En una conferencia de prensa conjunta el 9 de diciembre, las ONG detallaron una serie de incidentes protagonizados por Raise the Colours, una autodenominada “fuerza civil de control fronterizo” compuesta por exmilitares británicos, que ha destruido embarcaciones inflables, transmitido en vivo sus patrullajes y rociado con pintura a migrantes para disuadir los cruces del Canal. La policía francesa detuvo brevemente a algunos miembros la semana pasada, pero los liberó sin cargos, alegando falta de claridad en la jurisdicción.
Los activistas sostienen que la ausencia de una respuesta contundente normaliza la violencia xenófoba y pone en riesgo a quienes buscan asilo. Afirman que agentes de la Border Force han compartido información con estos activistas, una acusación que el Ministerio del Interior británico “niega categóricamente”. Por su parte, el Ministerio del Interior francés está revisando si las acciones del grupo constituyen violencia organizada.
Para las empresas que trasladan personal entre Reino Unido y la UE, este episodio pone de manifiesto los crecientes riesgos operativos y reputacionales en las rutas de tránsito del norte de Francia. Proveedores logísticos han reportado retrasos puntuales debido a los cordones policiales en las playas, y los responsables de movilidad podrían considerar informar a los empleados en traslado sobre la tensión creciente.
A largo plazo, abogados temen que imitadores privados de seguridad en ambos lados del Canal compliquen los esfuerzos por crear vías migratorias seguras y legales, empujando a más personas —incluidos viajeros de negocios que exceden su estancia— hacia canales irregulares.







