
Organizaciones de derechos humanos han reaccionado con consternación ante los informes que indican que el Secretario de Justicia, David Lammy, defenderá en una cumbre del Consejo de Europa esta semana una interpretación más restrictiva del Artículo 3 del Convenio Europeo de Derechos Humanos (CEDH). El Artículo 3 prohíbe la tortura y los tratos inhumanos o degradantes, y durante décadas ha servido como un respaldo legal que impide al Reino Unido deportar a personas a países donde enfrentan daños graves.
Según filtraciones al Guardian, los ministros quieren que los tribunales británicos exijan un umbral probatorio más alto antes de bloquear deportaciones basadas en el Artículo 3 y limitar el uso del Artículo 8 (derecho a la vida familiar) en apelaciones migratorias. Esta medida forma parte de un plan más amplio del Ministerio del Interior para acelerar las expulsiones de extranjeros con antecedentes penales y solicitantes de asilo rechazados antes de las elecciones generales de 2026.
Organizaciones como Amnesty UK, Liberty y Freedom from Torture advierten que incluso una dilución parcial del Artículo 3 socavaría un pilar fundamental del derecho internacional de los derechos humanos y podría provocar restricciones similares en otros países. También subrayan el impacto práctico en la movilidad global: las empresas que trasladan personal al Reino Unido bajo rutas intraempresariales dependen de un marco de derechos predecible para sus familiares y emergencias humanitarias; la incertidumbre sobre los criterios de expulsión podría disuadir el talento.
Expertos legales señalan que el Reino Unido no propone retirarse del CEDH, sino apoyar una “orientación interpretativa” que otorgaría mayor discrecionalidad a las autoridades nacionales. Cualquier cambio requeriría aprobación parlamentaria y podría ser impugnado en Estrasburgo. Sin embargo, reclutadores destacan que los titulares sobre una “línea más dura” ya afectan la imagen del Reino Unido, con algunas multinacionales recibiendo preguntas de sus empleados sobre las perspectivas de residencia a largo plazo.
Para los equipos de movilidad y cumplimiento, la acción inmediata es monitorear la consulta prometida para principios de 2026. Si el gobierno avanza, los empleadores podrían necesitar actualizar los protocolos de gestión de crisis para empleados que pierdan su estatus o tengan reclamaciones de reagrupación familiar pendientes. Los asesores migratorios deben prepararse para informar a los ejecutivos sobre el calendario y cómo esta política podría interactuar con el próximo régimen de “asentamiento ganado” a 10 años.
Según filtraciones al Guardian, los ministros quieren que los tribunales británicos exijan un umbral probatorio más alto antes de bloquear deportaciones basadas en el Artículo 3 y limitar el uso del Artículo 8 (derecho a la vida familiar) en apelaciones migratorias. Esta medida forma parte de un plan más amplio del Ministerio del Interior para acelerar las expulsiones de extranjeros con antecedentes penales y solicitantes de asilo rechazados antes de las elecciones generales de 2026.
Organizaciones como Amnesty UK, Liberty y Freedom from Torture advierten que incluso una dilución parcial del Artículo 3 socavaría un pilar fundamental del derecho internacional de los derechos humanos y podría provocar restricciones similares en otros países. También subrayan el impacto práctico en la movilidad global: las empresas que trasladan personal al Reino Unido bajo rutas intraempresariales dependen de un marco de derechos predecible para sus familiares y emergencias humanitarias; la incertidumbre sobre los criterios de expulsión podría disuadir el talento.
Expertos legales señalan que el Reino Unido no propone retirarse del CEDH, sino apoyar una “orientación interpretativa” que otorgaría mayor discrecionalidad a las autoridades nacionales. Cualquier cambio requeriría aprobación parlamentaria y podría ser impugnado en Estrasburgo. Sin embargo, reclutadores destacan que los titulares sobre una “línea más dura” ya afectan la imagen del Reino Unido, con algunas multinacionales recibiendo preguntas de sus empleados sobre las perspectivas de residencia a largo plazo.
Para los equipos de movilidad y cumplimiento, la acción inmediata es monitorear la consulta prometida para principios de 2026. Si el gobierno avanza, los empleadores podrían necesitar actualizar los protocolos de gestión de crisis para empleados que pierdan su estatus o tengan reclamaciones de reagrupación familiar pendientes. Los asesores migratorios deben prepararse para informar a los ejecutivos sobre el calendario y cómo esta política podría interactuar con el próximo régimen de “asentamiento ganado” a 10 años.







