
En una votación nocturna el 5 de diciembre, publicada el 7 de diciembre, la Cámara de Representantes de Chipre aprobó enmiendas a la Ley de Refugiados que permiten a las autoridades cancelar el estatus de refugiado o de protección subsidiaria cuando se considere que el beneficiario representa un riesgo para la seguridad o ha cometido un "delito grave". El Viceministro de Migración o el jefe del Servicio de Asilo pueden ahora emitir una orden de revocación tras otorgar al individuo diez días para responder.
Los delitos que califican van desde terrorismo y asesinato hasta robos reiterados o empleo ilegal, siempre que los fiscales demuestren intención deliberada. Una vez retirado el estatus, la persona pierde inmediatamente el derecho a trabajar, los beneficios sociales y la libertad de movimiento; la deportación puede proceder una vez agotadas todas las apelaciones. Los abogados del gobierno afirman que la reforma alinea la legislación nacional con la Directiva 2011/95/UE de la UE y cierra vacíos señalados durante recientes visitas de preevaluación de Schengen.
ONGs de derechos humanos y diputados de la oposición se opusieron al proyecto, advirtiendo que la revocación ejecutiva sin supervisión judicial previa corre el riesgo de politizar el asilo y violar el principio de no devolución. La diputada independiente Alexandra Attalides sostuvo que "ningún ministro debería decidir el destino de las personas a puerta cerrada" y pidió mecanismos de aprobación judicial.
Para los empleadores, las normas más estrictas implican que cualquier empleado con estatus de protección debe mantener un historial criminal limpio o enfrentará la pérdida automática del derecho a trabajar. Los equipos de movilidad deben revisar los controles de cumplimiento y considerar pasos adicionales de verificación de antecedentes para nuevos contratados que sean beneficiarios de asilo.
Los delitos que califican van desde terrorismo y asesinato hasta robos reiterados o empleo ilegal, siempre que los fiscales demuestren intención deliberada. Una vez retirado el estatus, la persona pierde inmediatamente el derecho a trabajar, los beneficios sociales y la libertad de movimiento; la deportación puede proceder una vez agotadas todas las apelaciones. Los abogados del gobierno afirman que la reforma alinea la legislación nacional con la Directiva 2011/95/UE de la UE y cierra vacíos señalados durante recientes visitas de preevaluación de Schengen.
ONGs de derechos humanos y diputados de la oposición se opusieron al proyecto, advirtiendo que la revocación ejecutiva sin supervisión judicial previa corre el riesgo de politizar el asilo y violar el principio de no devolución. La diputada independiente Alexandra Attalides sostuvo que "ningún ministro debería decidir el destino de las personas a puerta cerrada" y pidió mecanismos de aprobación judicial.
Para los empleadores, las normas más estrictas implican que cualquier empleado con estatus de protección debe mantener un historial criminal limpio o enfrentará la pérdida automática del derecho a trabajar. Los equipos de movilidad deben revisar los controles de cumplimiento y considerar pasos adicionales de verificación de antecedentes para nuevos contratados que sean beneficiarios de asilo.








