
Cinco años después de que se suspendiera el polémico programa de Ciudadanía por Inversión (CBI), los legisladores chipriotas han eliminado la última cláusula legal que permitía al Gabinete conceder la ciudadanía en casos económicos "excepcionales". La enmienda, aprobada el 4 de diciembre y publicada el 5, elimina la discrecionalidad ministerial y limita las futuras naturalizaciones a la vía estándar basada en la residencia, según la Ley de Extranjería e Inmigración.
Entre 2007 y la suspensión del programa a finales de 2020, Chipre emitió más de 7,300 pasaportes a inversores y sus familiares, generando unos 8.000 millones de euros en inversiones inmobiliarias, pero atrayendo procedimientos de infracción de la UE tras una investigación encubierta de Al Jazeera que reveló una supervisión deficiente. Aunque no se han concedido nuevos pasaportes CBI desde entonces, el Gabinete mantenía el poder de naturalizar inversores por "contribución especial", un resquicio que Bruselas consideraba contrario a los esfuerzos de la UE para frenar la ciudadanía por inversión.
La nueva ley también endurece las naturalizaciones honorarias: figuras culturales o deportivas ahora requerirán una ley específica o una votación parlamentaria individual. Las ciudadanías otorgadas a inversores siguen siendo válidas, pero una unidad de auditoría dedicada continúa revisando expedientes anteriores; los casos fraudulentos enfrentan revocación y alertas en todo el espacio Schengen.
Para asesores de patrimonio privado, promotores inmobiliarios y gestores de reubicación, el cierre implica que Chipre ya no es una opción para obtener pasaporte ultra-rápido. Los clientes de alto poder adquisitivo deberán optar por la vía de residencia de siete años, la Visa para Nómadas Digitales (actualmente limitada a 1,000 permisos) o la Tarjeta Azul de la UE, que se espera lance en 2026. Los mercados inmobiliarios probablemente se orientarán de ventas de lujo puntuales hacia productos de alquiler a largo plazo dirigidos a expatriados tecnológicos.
Políticamente, la medida busca aliviar la presión legal de la UE antes de que Chipre asuma la Presidencia del Consejo de la UE en 2026 y fortalecer el impulso de la isla para unirse al espacio Schengen. También señala un retroceso regional más amplio en los modelos de ciudadanía por inversión, en un contexto de mayor escrutinio de Bruselas y la OCDE sobre los esquemas de movilidad a cambio de dinero.
Entre 2007 y la suspensión del programa a finales de 2020, Chipre emitió más de 7,300 pasaportes a inversores y sus familiares, generando unos 8.000 millones de euros en inversiones inmobiliarias, pero atrayendo procedimientos de infracción de la UE tras una investigación encubierta de Al Jazeera que reveló una supervisión deficiente. Aunque no se han concedido nuevos pasaportes CBI desde entonces, el Gabinete mantenía el poder de naturalizar inversores por "contribución especial", un resquicio que Bruselas consideraba contrario a los esfuerzos de la UE para frenar la ciudadanía por inversión.
La nueva ley también endurece las naturalizaciones honorarias: figuras culturales o deportivas ahora requerirán una ley específica o una votación parlamentaria individual. Las ciudadanías otorgadas a inversores siguen siendo válidas, pero una unidad de auditoría dedicada continúa revisando expedientes anteriores; los casos fraudulentos enfrentan revocación y alertas en todo el espacio Schengen.
Para asesores de patrimonio privado, promotores inmobiliarios y gestores de reubicación, el cierre implica que Chipre ya no es una opción para obtener pasaporte ultra-rápido. Los clientes de alto poder adquisitivo deberán optar por la vía de residencia de siete años, la Visa para Nómadas Digitales (actualmente limitada a 1,000 permisos) o la Tarjeta Azul de la UE, que se espera lance en 2026. Los mercados inmobiliarios probablemente se orientarán de ventas de lujo puntuales hacia productos de alquiler a largo plazo dirigidos a expatriados tecnológicos.
Políticamente, la medida busca aliviar la presión legal de la UE antes de que Chipre asuma la Presidencia del Consejo de la UE en 2026 y fortalecer el impulso de la isla para unirse al espacio Schengen. También señala un retroceso regional más amplio en los modelos de ciudadanía por inversión, en un contexto de mayor escrutinio de Bruselas y la OCDE sobre los esquemas de movilidad a cambio de dinero.










