
En una sesión nocturna cargada de emociones el 4 de diciembre, la Cámara de Representantes de Chipre aprobó enmiendas a la Ley de Refugiados que permiten a las autoridades revocar el estatus de protección internacional y deportar a nacionales de terceros países que cometan delitos graves. El proyecto de ley fue aprobado por 27 votos a favor y 15 en contra, mientras que los partidos de oposición AKEL y Los Verdes advirtieron sobre posibles violaciones de derechos humanos.
Las disposiciones clave transfieren el poder de decisión al Consejo de Ministros, al Viceministro de Migración y al Jefe del Servicio de Asilo. Los beneficiarios ahora disponen de diez días para presentar alegaciones antes de la revocación definitiva, siguiendo las garantías establecidas en la Directiva 2011/95/UE de la Unión Europea. Los defensores argumentan que estos cambios cierran vacíos legales que permitían a delincuentes condenados permanecer en Chipre mientras se resolvían las apelaciones.
Datos del Ministerio del Interior indican que entre 2023 y 2025, 149 solicitantes de asilo fueron encarcelados por delitos violentos o relacionados con drogas. Las autoridades insisten en que la nueva ley solo se dirige a quienes representan una amenaza demostrable, pero las ONG temen que pueda ampliarse a delitos menores y disuada a refugiados genuinos de colaborar con la policía.
Para los responsables de recursos humanos y movilidad, la ley subraya la importancia de verificar los antecedentes penales de los empleados y asegurar la renovación oportuna de los permisos. Las empresas que patrocinan visas de trabajo para familiares deben tener en cuenta que los dependientes también podrían verse afectados si el solicitante principal pierde el estatus de protección. Los asesores legales recomiendan revisar los contratos laborales para aclarar las cláusulas de terminación vinculadas a la deportación.
Esta legislación forma parte de un endurecimiento más amplio que incluye decisiones de asilo más rápidas y un nuevo Centro de Retornos Voluntarios Asistidos. Los observadores esperan que Bruselas supervise de cerca su implementación mientras Chipre busca avanzar en su estancada candidatura para ingresar al espacio Schengen.
Las disposiciones clave transfieren el poder de decisión al Consejo de Ministros, al Viceministro de Migración y al Jefe del Servicio de Asilo. Los beneficiarios ahora disponen de diez días para presentar alegaciones antes de la revocación definitiva, siguiendo las garantías establecidas en la Directiva 2011/95/UE de la Unión Europea. Los defensores argumentan que estos cambios cierran vacíos legales que permitían a delincuentes condenados permanecer en Chipre mientras se resolvían las apelaciones.
Datos del Ministerio del Interior indican que entre 2023 y 2025, 149 solicitantes de asilo fueron encarcelados por delitos violentos o relacionados con drogas. Las autoridades insisten en que la nueva ley solo se dirige a quienes representan una amenaza demostrable, pero las ONG temen que pueda ampliarse a delitos menores y disuada a refugiados genuinos de colaborar con la policía.
Para los responsables de recursos humanos y movilidad, la ley subraya la importancia de verificar los antecedentes penales de los empleados y asegurar la renovación oportuna de los permisos. Las empresas que patrocinan visas de trabajo para familiares deben tener en cuenta que los dependientes también podrían verse afectados si el solicitante principal pierde el estatus de protección. Los asesores legales recomiendan revisar los contratos laborales para aclarar las cláusulas de terminación vinculadas a la deportación.
Esta legislación forma parte de un endurecimiento más amplio que incluye decisiones de asilo más rápidas y un nuevo Centro de Retornos Voluntarios Asistidos. Los observadores esperan que Bruselas supervise de cerca su implementación mientras Chipre busca avanzar en su estancada candidatura para ingresar al espacio Schengen.








