
Fuentes gubernamentales indican que el primer ministro Keir Starmer ha reservado del 29 al 31 de enero de 2026 para una visita oficial a Pekín y Shanghái, con el objetivo de “reiniciar” las relaciones sino-británicas y cerrar acuerdos de acceso al mercado para empresas del Reino Unido en finanzas, ciencias de la vida y educación superior. Este viaje, que sería el primero de un premier británico desde Theresa May en 2018, depende del “progreso satisfactorio” en la tramitación estancada de la embajada china en Londres.
Los asesores de política exterior consideran que una visita de alto nivel es clave para reabrir el diálogo sobre la facilitación recíproca de viajes de negocios —incluyendo un posible piloto de visados multientrada de cinco años para ejecutivos e investigadores— y para garantizar la seguridad de los ciudadanos británicos que trabajan en Hong Kong. Sin embargo, la coordinación diplomática es delicada: los funcionarios advierten que si los planificadores o agencias de seguridad recomiendan rechazar el proyecto Royal Mint Court, la visita podría posponerse, privando a las empresas británicas de una misión comercial destacada justo semanas antes del cierre del año fiscal.
Por ello, se aconseja a los gestores de movilidad corporativa mantener presupuestos de contingencia para viajes alternativos en Asia-Pacífico, mientras se monitorean las decisiones finales sobre la embajada, previstas para el 20 de enero. Si la misión sigue adelante, se espera que el Departamento de Negocios y Comercio reúna una delegación de unas 40 personas, abarcando fintech, tecnología verde e industrias creativas, con posibles eventos paralelos sobre simplificación de movilidad de talento.
Esta situación también recuerda que la realpolitik diplomática puede influir directamente en las previsiones de volumen de visados y en la planificación de asignaciones de personal. Un deshielo en las relaciones podría reducir los tiempos de patrocinio para ingenieros chinos que se dirigen a centros de I+D en el Reino Unido, mientras que un nuevo enfriamiento podría llevar a Pekín a endurecer los controles de salida o retrasar la estampación de permisos de trabajo.
Cualquiera de los dos escenarios subraya la necesidad de políticas de movilidad global ágiles que consideren el riesgo geopolítico y el escrutinio creciente sobre las transferencias de tecnología estratégica en las fronteras tanto del Reino Unido como de China.
Los asesores de política exterior consideran que una visita de alto nivel es clave para reabrir el diálogo sobre la facilitación recíproca de viajes de negocios —incluyendo un posible piloto de visados multientrada de cinco años para ejecutivos e investigadores— y para garantizar la seguridad de los ciudadanos británicos que trabajan en Hong Kong. Sin embargo, la coordinación diplomática es delicada: los funcionarios advierten que si los planificadores o agencias de seguridad recomiendan rechazar el proyecto Royal Mint Court, la visita podría posponerse, privando a las empresas británicas de una misión comercial destacada justo semanas antes del cierre del año fiscal.
Por ello, se aconseja a los gestores de movilidad corporativa mantener presupuestos de contingencia para viajes alternativos en Asia-Pacífico, mientras se monitorean las decisiones finales sobre la embajada, previstas para el 20 de enero. Si la misión sigue adelante, se espera que el Departamento de Negocios y Comercio reúna una delegación de unas 40 personas, abarcando fintech, tecnología verde e industrias creativas, con posibles eventos paralelos sobre simplificación de movilidad de talento.
Esta situación también recuerda que la realpolitik diplomática puede influir directamente en las previsiones de volumen de visados y en la planificación de asignaciones de personal. Un deshielo en las relaciones podría reducir los tiempos de patrocinio para ingenieros chinos que se dirigen a centros de I+D en el Reino Unido, mientras que un nuevo enfriamiento podría llevar a Pekín a endurecer los controles de salida o retrasar la estampación de permisos de trabajo.
Cualquiera de los dos escenarios subraya la necesidad de políticas de movilidad global ágiles que consideren el riesgo geopolítico y el escrutinio creciente sobre las transferencias de tecnología estratégica en las fronteras tanto del Reino Unido como de China.







