
Mientras el Senado francés revisaba el proyecto de presupuesto para 2026 el 3 de diciembre, la senadora Guylène Pantel presentó la Enmienda 1415 para destinar 3 millones de euros al programa de “Integración y Acceso a la Nacionalidad Francesa”. El dinero provendría del fondo paralelo de “Inmigración y Asilo”, manteniendo el presupuesto total de la misión sin cambios.
El detonante es el Decreto 2025-647, que a partir del 1 de enero de 2026 eleva los niveles de idioma requeridos para los permisos de residencia (A2 para las cartes de séjour plurianuales) y para las tarjetas de residente de diez años (B1), además de introducir un examen obligatorio de conocimientos cívicos. Las autoridades estiman que miles de extranjeros adicionales necesitarán clases de francés financiadas por el Estado y preparación para los exámenes.
La nota explicativa de Pantel advierte que, sin financiación adicional, los cursos de integración gestionados por la OFII estarán saturados, poniendo en riesgo la capacidad de los extranjeros para cumplir con los nuevos requisitos y generando cuellos de botella en las prefecturas. También se señala la necesidad de apoyo para el acceso digital, ya que muchos solicitantes aún tienen dificultades para manejar los sistemas de reserva en línea.
Aunque representa una partida pequeña dentro de un presupuesto de 480.000 millones de euros, la enmienda tiene un valor político simbólico: redefine el gasto en integración como una inversión y no como un costo, en contraposición a las propuestas de la cámara baja de recortar los gastos relacionados con la inmigración. Abogados especializados en inmigración empresarial señalan que los trabajadores transferidos con pasaportes de talento podrían beneficiarse si se amplía la capacidad de formación, reduciendo los tiempos de espera para obtener los certificados de idioma obligatorios.
La enmienda será votada a finales de esta semana; si se aprueba, supondría un reconocimiento transversal de que las normas más estrictas deben ir acompañadas de apoyo práctico, un enfoque aplaudido por las empresas de reubicación que ya contemplan en sus presupuestos clases privadas de idioma cuando las plazas públicas son limitadas.
El detonante es el Decreto 2025-647, que a partir del 1 de enero de 2026 eleva los niveles de idioma requeridos para los permisos de residencia (A2 para las cartes de séjour plurianuales) y para las tarjetas de residente de diez años (B1), además de introducir un examen obligatorio de conocimientos cívicos. Las autoridades estiman que miles de extranjeros adicionales necesitarán clases de francés financiadas por el Estado y preparación para los exámenes.
La nota explicativa de Pantel advierte que, sin financiación adicional, los cursos de integración gestionados por la OFII estarán saturados, poniendo en riesgo la capacidad de los extranjeros para cumplir con los nuevos requisitos y generando cuellos de botella en las prefecturas. También se señala la necesidad de apoyo para el acceso digital, ya que muchos solicitantes aún tienen dificultades para manejar los sistemas de reserva en línea.
Aunque representa una partida pequeña dentro de un presupuesto de 480.000 millones de euros, la enmienda tiene un valor político simbólico: redefine el gasto en integración como una inversión y no como un costo, en contraposición a las propuestas de la cámara baja de recortar los gastos relacionados con la inmigración. Abogados especializados en inmigración empresarial señalan que los trabajadores transferidos con pasaportes de talento podrían beneficiarse si se amplía la capacidad de formación, reduciendo los tiempos de espera para obtener los certificados de idioma obligatorios.
La enmienda será votada a finales de esta semana; si se aprueba, supondría un reconocimiento transversal de que las normas más estrictas deben ir acompañadas de apoyo práctico, un enfoque aplaudido por las empresas de reubicación que ya contemplan en sus presupuestos clases privadas de idioma cuando las plazas públicas son limitadas.









