
El Parlamento Europeo y el Consejo aprobaron el 3 de diciembre de 2025 un reglamento largamente debatido que condiciona el acceso al Sistema Generalizado de Preferencias (SGP) de la UE a la disposición de terceros países para readmitir a sus nacionales que han sido ordenados a abandonar Europa. Según las nuevas normas, Bruselas podrá suspender aranceles reducidos y, en última instancia, aumentar las tasas de denegación de visados si los países socios obstaculizan las devoluciones forzosas.
Para Bélgica, que deportó a casi 3.000 personas en 2024, esta ley va más allá de la política abstracta de la UE. Los agentes de inmigración belgas contarán con una poderosa herramienta económica para negociar acuerdos bilaterales de readmisión, mientras que la Agencia de Comercio Exterior deberá incluir posibles aumentos arancelarios en sus análisis de riesgo para exportadores que operan en Asia del Sur y África Occidental. La medida también podría aumentar la presión sobre Fedasil, la agencia belga de acogida: las devoluciones más rápidas liberan plazas de alojamiento escasas, pero podrían generar recursos legales por parte de organizaciones de derechos humanos.
Los equipos de movilidad corporativa deben tener en cuenta que el reglamento entrará en vigor el 1 de enero de 2027, tras una fase obligatoria de “diálogo” de 12 meses. Hasta entonces, los responsables de la cadena de suministro y los proveedores de reubicación deberían evaluar la exposición a países en riesgo y preparar a los empleados no comunitarios para un escrutinio más riguroso en la concesión de visados.
Los críticos califican el plan de “pesadilla burocrática” debido a que cualquier suspensión comercial requiere múltiples informes de la Comisión y votaciones en el Consejo; los defensores sostienen que finalmente armoniza las políticas de migración y comercio. En cualquier caso, las multinacionales belgas, especialmente en los sectores químico y logístico, deberán seguir de cerca los primeros casos de prueba.
Para Bélgica, que deportó a casi 3.000 personas en 2024, esta ley va más allá de la política abstracta de la UE. Los agentes de inmigración belgas contarán con una poderosa herramienta económica para negociar acuerdos bilaterales de readmisión, mientras que la Agencia de Comercio Exterior deberá incluir posibles aumentos arancelarios en sus análisis de riesgo para exportadores que operan en Asia del Sur y África Occidental. La medida también podría aumentar la presión sobre Fedasil, la agencia belga de acogida: las devoluciones más rápidas liberan plazas de alojamiento escasas, pero podrían generar recursos legales por parte de organizaciones de derechos humanos.
Los equipos de movilidad corporativa deben tener en cuenta que el reglamento entrará en vigor el 1 de enero de 2027, tras una fase obligatoria de “diálogo” de 12 meses. Hasta entonces, los responsables de la cadena de suministro y los proveedores de reubicación deberían evaluar la exposición a países en riesgo y preparar a los empleados no comunitarios para un escrutinio más riguroso en la concesión de visados.
Los críticos califican el plan de “pesadilla burocrática” debido a que cualquier suspensión comercial requiere múltiples informes de la Comisión y votaciones en el Consejo; los defensores sostienen que finalmente armoniza las políticas de migración y comercio. En cualquier caso, las multinacionales belgas, especialmente en los sectores químico y logístico, deberán seguir de cerca los primeros casos de prueba.








