
Los viajeros de negocios de larga distancia en Alemania finalmente tienen un viento a favor. Nuevos datos de la Oficina Federal de Estadística muestran que entre abril y octubre de 2025, 68,5 millones de pasajeros salieron de aeropuertos alemanes, un aumento del 4,6 % respecto al mismo período del año anterior. Sin embargo, esta cifra sigue siendo un 2,8 % inferior al récord del verano de 2019, lo que refleja la lenta recuperación del tráfico internacional en la mayor economía europea en comparación con sus vecinos. En toda la UE, el volumen de pasajeros ya supera en un 3 % los niveles previos a la pandemia.
Fráncfort y Múnich, los dos grandes hubs globales del país, han sentido esta brecha con mayor intensidad. Las aerolíneas atribuyen esta situación a una combinación de cautela persistente en los viajes corporativos, precios más altos de los billetes y la continua atracción de Ámsterdam e Estambul para el tráfico de conexión. Esta debilidad tiene implicaciones directas para las empresas alemanas orientadas a la exportación: menos frecuencias directas de larga distancia significan rutas más largas para los ejecutivos, tarifas de carga más elevadas para mercancías urgentes y una competencia más dura por el talento internacional que valora los vuelos directos.
El gobierno de Berlín ha respondido con un paquete de apoyo a la aviación negociado por la coalición “Ampel 2.0” el mes pasado. A partir del 1 de enero de 2026, el impopular impuesto sobre billetes de larga distancia bajará de 70,83 € a 58,06 € por pasajero, reduciendo en unos 50 € el precio de un billete de ida y vuelta en clase business para vuelos intercontinentales. Las tasas de control del tráfico aéreo se reducirán en más de un 10 % en pasos graduales hasta 2029, mientras que la policía federal ha sido autorizada para implementar escáneres rápidos en aeropuertos secundarios, siguiendo el modelo del proyecto piloto de Fráncfort. Al mismo tiempo, el Ministerio del Interior está revisando las normativas de los controles de seguridad para permitir que operadores privados gestionen el personal de las filas, una medida que, según los aeropuertos, reducirá las colas en un 25 %.
Los gestores de viajes de negocios reciben con agrado estas medidas, pero advierten que deben ir acompañadas de cambios estructurales. “Alemania necesita una base de costes competitiva a nivel global en su mercado interno o las aerolíneas simplemente trasladarán capacidad a España, Turquía o Dubái”, afirmó Stefanie Schulz-Richter, presidenta de la Asociación Alemana de Viajes de Negocios (VDR). Lufthansa Group, que aún opera el 60 % de los asientos de larga distancia en Alemania, reiteró que una regulación estable es la condición previa para aumentar frecuencias en los mercados de crecimiento de Asia-Pacífico.
Para los profesionales de la movilidad, el mensaje es doble: presupuestar tarifas aéreas ligeramente más bajas en 2026 para itinerarios que comiencen en Alemania y estar atentos a los ajustes de horarios la próxima primavera, cuando las aerolíneas decidan dónde desplegar sus nuevos aviones de fuselaje ancho. Con las reducciones de impuestos y tasas aseguradas, los analistas esperan que el número de pasajeros salientes de Alemania cierre la brecha del 2,8 % respecto a 2019 para finales del próximo verano, siempre que los vientos macroeconómicos no se intensifiquen.
Fráncfort y Múnich, los dos grandes hubs globales del país, han sentido esta brecha con mayor intensidad. Las aerolíneas atribuyen esta situación a una combinación de cautela persistente en los viajes corporativos, precios más altos de los billetes y la continua atracción de Ámsterdam e Estambul para el tráfico de conexión. Esta debilidad tiene implicaciones directas para las empresas alemanas orientadas a la exportación: menos frecuencias directas de larga distancia significan rutas más largas para los ejecutivos, tarifas de carga más elevadas para mercancías urgentes y una competencia más dura por el talento internacional que valora los vuelos directos.
El gobierno de Berlín ha respondido con un paquete de apoyo a la aviación negociado por la coalición “Ampel 2.0” el mes pasado. A partir del 1 de enero de 2026, el impopular impuesto sobre billetes de larga distancia bajará de 70,83 € a 58,06 € por pasajero, reduciendo en unos 50 € el precio de un billete de ida y vuelta en clase business para vuelos intercontinentales. Las tasas de control del tráfico aéreo se reducirán en más de un 10 % en pasos graduales hasta 2029, mientras que la policía federal ha sido autorizada para implementar escáneres rápidos en aeropuertos secundarios, siguiendo el modelo del proyecto piloto de Fráncfort. Al mismo tiempo, el Ministerio del Interior está revisando las normativas de los controles de seguridad para permitir que operadores privados gestionen el personal de las filas, una medida que, según los aeropuertos, reducirá las colas en un 25 %.
Los gestores de viajes de negocios reciben con agrado estas medidas, pero advierten que deben ir acompañadas de cambios estructurales. “Alemania necesita una base de costes competitiva a nivel global en su mercado interno o las aerolíneas simplemente trasladarán capacidad a España, Turquía o Dubái”, afirmó Stefanie Schulz-Richter, presidenta de la Asociación Alemana de Viajes de Negocios (VDR). Lufthansa Group, que aún opera el 60 % de los asientos de larga distancia en Alemania, reiteró que una regulación estable es la condición previa para aumentar frecuencias en los mercados de crecimiento de Asia-Pacífico.
Para los profesionales de la movilidad, el mensaje es doble: presupuestar tarifas aéreas ligeramente más bajas en 2026 para itinerarios que comiencen en Alemania y estar atentos a los ajustes de horarios la próxima primavera, cuando las aerolíneas decidan dónde desplegar sus nuevos aviones de fuselaje ancho. Con las reducciones de impuestos y tasas aseguradas, los analistas esperan que el número de pasajeros salientes de Alemania cierre la brecha del 2,8 % respecto a 2019 para finales del próximo verano, siempre que los vientos macroeconómicos no se intensifiquen.








