
El Ministerio del Interior del Reino Unido ha retrasado discretamente el traslado de más de 800 solicitantes de asilo a dos antiguos recintos militares: el Campamento de Entrenamiento de Crowborough en East Sussex y los Cuarteles Cameron en Inverness, citando preocupaciones operativas y de seguridad. Las reubicaciones, previstas para finales de noviembre, se han pospuesto indefinidamente, lo que representa un nuevo revés en los esfuerzos gubernamentales por reducir la factura anual de 3.000 millones de libras en alojamiento en hoteles para solicitantes de asilo.
A diferencia de las barcazas y ferris reconvertidos, la estrategia de los cuarteles buscaba aprovechar bloques de alojamiento ya existentes y evitar largos conflictos de planificación. Sin embargo, los ayuntamientos locales emitieron avisos por incumplimiento de normativas de seguridad contra incendios y saneamiento, mientras que organizaciones de ayuda a refugiados advirtieron que la ubicación aislada de estos sitios dificulta el acceso legal y médico.
Para los empleadores, la postergación mantiene el statu quo: miles de solicitantes de asilo seguirán alojados en hoteles en las zonas periféricas de las ciudades, prolongando las tensiones comunitarias y complicando los programas de reasentamiento de las autoridades locales. Aunque la mayoría de los solicitantes no tienen permiso para trabajar, los retrasos en la resolución de su estatus afectan indirectamente la oferta laboral, especialmente en sectores como la logística y la industria alimentaria, que esperan que los recientes cambios en la política aceleren las decisiones sobre permisos de trabajo.
El Ministerio del Interior asegura que la pausa es temporal y que el alojamiento en grandes recintos sigue siendo clave en su estrategia bajo la Ley de Migración Ilegal. Sin embargo, los diputados del Comité de Cuentas Públicas reclaman que ya es hora de realizar análisis de coste-beneficio comparando hoteles, barcazas y cuarteles. Expertos en fiscalidad de movilidad también señalan que algunos empleadores reembolsan vales de hotel como parte de programas de apoyo a refugiados, lo que plantea dudas sobre el cumplimiento en las nóminas.
A diferencia de las barcazas y ferris reconvertidos, la estrategia de los cuarteles buscaba aprovechar bloques de alojamiento ya existentes y evitar largos conflictos de planificación. Sin embargo, los ayuntamientos locales emitieron avisos por incumplimiento de normativas de seguridad contra incendios y saneamiento, mientras que organizaciones de ayuda a refugiados advirtieron que la ubicación aislada de estos sitios dificulta el acceso legal y médico.
Para los empleadores, la postergación mantiene el statu quo: miles de solicitantes de asilo seguirán alojados en hoteles en las zonas periféricas de las ciudades, prolongando las tensiones comunitarias y complicando los programas de reasentamiento de las autoridades locales. Aunque la mayoría de los solicitantes no tienen permiso para trabajar, los retrasos en la resolución de su estatus afectan indirectamente la oferta laboral, especialmente en sectores como la logística y la industria alimentaria, que esperan que los recientes cambios en la política aceleren las decisiones sobre permisos de trabajo.
El Ministerio del Interior asegura que la pausa es temporal y que el alojamiento en grandes recintos sigue siendo clave en su estrategia bajo la Ley de Migración Ilegal. Sin embargo, los diputados del Comité de Cuentas Públicas reclaman que ya es hora de realizar análisis de coste-beneficio comparando hoteles, barcazas y cuarteles. Expertos en fiscalidad de movilidad también señalan que algunos empleadores reembolsan vales de hotel como parte de programas de apoyo a refugiados, lo que plantea dudas sobre el cumplimiento en las nóminas.







