
El plan del gobierno del Reino Unido para duplicar el período estándar de residencia permanente, pasando de cinco a diez años —y en algunos casos extendiéndolo hasta veinte años— ha encendido las alarmas entre los recién llegados de Hong Kong.
Nathan Law, exlíder estudiantil y ahora exiliado en Londres, declaró al Guardian el 29 de noviembre que estas reformas ponen en riesgo las “obligaciones históricas y morales” de Gran Bretaña hacia quienes huyen de la represión de Pekín. Aunque la vía del visado British National (Overseas) mantendrá su plazo de cinco años para la residencia, muchos jóvenes activistas que nunca calificaron para el estatus BNO temen verse forzados a rutas más largas y precarias, con acceso limitado a beneficios, múltiples pagos por renovación de visados y una prolongada incertidumbre sobre la reunificación familiar.
Law sostiene que la seguridad —no solo la contribución económica— debe seguir siendo el criterio principal. Los hongkoneses que participaron en las protestas de 2019 siguen enfrentando órdenes de arresto, recompensas y vigilancia transfronteriza. Sin una vía segura hacia el permiso de residencia indefinida (ILR), los activistas aseguran que les resulta difícil alquilar viviendas, obtener hipotecas o aceptar asignaciones en el extranjero, ya que los empleadores temen la continuidad de sus visados.
Para los equipos de movilidad corporativa, este episodio es un recordatorio de que los cambios políticos en la política de residencia del Reino Unido pueden afectar la planificación de recursos humanos. Las multinacionales que trasladan personal de Hong Kong al Reino Unido deben prever plazos más largos para el patrocinio y mayores costos legales si se aplica la regla de los diez años. También deben seguir de cerca la consulta del Ministerio del Interior —esperada para principios de 2026— y considerar sumarse a las propuestas sectoriales para proteger a los trabajadores cualificados que quedan fuera del régimen BNO.
En la práctica, los empleadores pueden reducir riesgos adelantando la formación en inglés, documentando esfuerzos de integración comunitaria y aumentando salarios para compensar cualquier descuento por “contribución” que el Ministerio del Interior pueda ofrecer. Pero hasta que las normas se concreten, muchos refugiados seguirán en un limbo, lo que subraya cómo la reforma de la residencia puede, sin querer, afectar la capacidad del Reino Unido para atraer talento global.
Nathan Law, exlíder estudiantil y ahora exiliado en Londres, declaró al Guardian el 29 de noviembre que estas reformas ponen en riesgo las “obligaciones históricas y morales” de Gran Bretaña hacia quienes huyen de la represión de Pekín. Aunque la vía del visado British National (Overseas) mantendrá su plazo de cinco años para la residencia, muchos jóvenes activistas que nunca calificaron para el estatus BNO temen verse forzados a rutas más largas y precarias, con acceso limitado a beneficios, múltiples pagos por renovación de visados y una prolongada incertidumbre sobre la reunificación familiar.
Law sostiene que la seguridad —no solo la contribución económica— debe seguir siendo el criterio principal. Los hongkoneses que participaron en las protestas de 2019 siguen enfrentando órdenes de arresto, recompensas y vigilancia transfronteriza. Sin una vía segura hacia el permiso de residencia indefinida (ILR), los activistas aseguran que les resulta difícil alquilar viviendas, obtener hipotecas o aceptar asignaciones en el extranjero, ya que los empleadores temen la continuidad de sus visados.
Para los equipos de movilidad corporativa, este episodio es un recordatorio de que los cambios políticos en la política de residencia del Reino Unido pueden afectar la planificación de recursos humanos. Las multinacionales que trasladan personal de Hong Kong al Reino Unido deben prever plazos más largos para el patrocinio y mayores costos legales si se aplica la regla de los diez años. También deben seguir de cerca la consulta del Ministerio del Interior —esperada para principios de 2026— y considerar sumarse a las propuestas sectoriales para proteger a los trabajadores cualificados que quedan fuera del régimen BNO.
En la práctica, los empleadores pueden reducir riesgos adelantando la formación en inglés, documentando esfuerzos de integración comunitaria y aumentando salarios para compensar cualquier descuento por “contribución” que el Ministerio del Interior pueda ofrecer. Pero hasta que las normas se concreten, muchos refugiados seguirán en un limbo, lo que subraya cómo la reforma de la residencia puede, sin querer, afectar la capacidad del Reino Unido para atraer talento global.








