
En una señal más de que Washington está dispuesto a usar herramientas migratorias para contrarrestar la creciente influencia de China en el Hemisferio Occidental, el Departamento de Estado de EE. UU. ha anunciado una política de restricción de visas dirigida a ciudadanos centroamericanos que “actúen intencionalmente en nombre del Partido Comunista Chino y amenacen la estabilidad de nuestra región.” El Secretario de Estado, Marco Rubio, indicó que la medida también aplicará a los familiares directos de los afectados.
Aunque se anunció por primera vez en septiembre, la política entró en vigor esta semana, con la primera ronda de revocaciones de visas emitidas discretamente el 27 de noviembre. Funcionarios estadounidenses no han revelado cuántas personas se ven afectadas, pero un ministro del gabinete panameño confirmó que un alto funcionario de la embajada advirtió a las autoridades locales que sus visas podrían ser canceladas si continuaban promoviendo concesiones portuarias chinas.
Estas restricciones llegan en un momento en que Pekín financia puertos, líneas ferroviarias y proyectos 5G desde Guatemala hasta Panamá, inversiones que Washington considera infraestructura de doble uso que podría erosionar la influencia estadounidense y proporcionar puntos logísticos a la marina del EPL. La embajada china en Washington criticó la medida como una violación del principio de no intervención de la Carta de la ONU, argumentando que “Centroamérica no es el patio trasero de nadie.”
Para los gestores de movilidad global, el impacto inmediato se limita a un grupo reducido de élites gubernamentales y empresariales, pero la política señala la disposición de EE. UU. a usar el poder de las visas como herramienta de política exterior. Las empresas con operaciones en Centroamérica deberían revisar si sus altos ejecutivos locales poseen visas estadounidenses, monitorear cualquier relación con empresas estatales chinas y preparar planes de contingencia para viajes transfronterizos.
A largo plazo, las multinacionales podrían enfrentar mayores exigencias de diligencia debida al canalizar proyectos en la región, así como un escrutinio más riguroso de los controles de exportación estadounidenses en empresas conjuntas que incluyan capital chino. Este episodio subraya cómo la geopolítica puede transformar de repente los privilegios de movilidad, incluso para personas que no representan un riesgo tradicional en materia migratoria.
Aunque se anunció por primera vez en septiembre, la política entró en vigor esta semana, con la primera ronda de revocaciones de visas emitidas discretamente el 27 de noviembre. Funcionarios estadounidenses no han revelado cuántas personas se ven afectadas, pero un ministro del gabinete panameño confirmó que un alto funcionario de la embajada advirtió a las autoridades locales que sus visas podrían ser canceladas si continuaban promoviendo concesiones portuarias chinas.
Estas restricciones llegan en un momento en que Pekín financia puertos, líneas ferroviarias y proyectos 5G desde Guatemala hasta Panamá, inversiones que Washington considera infraestructura de doble uso que podría erosionar la influencia estadounidense y proporcionar puntos logísticos a la marina del EPL. La embajada china en Washington criticó la medida como una violación del principio de no intervención de la Carta de la ONU, argumentando que “Centroamérica no es el patio trasero de nadie.”
Para los gestores de movilidad global, el impacto inmediato se limita a un grupo reducido de élites gubernamentales y empresariales, pero la política señala la disposición de EE. UU. a usar el poder de las visas como herramienta de política exterior. Las empresas con operaciones en Centroamérica deberían revisar si sus altos ejecutivos locales poseen visas estadounidenses, monitorear cualquier relación con empresas estatales chinas y preparar planes de contingencia para viajes transfronterizos.
A largo plazo, las multinacionales podrían enfrentar mayores exigencias de diligencia debida al canalizar proyectos en la región, así como un escrutinio más riguroso de los controles de exportación estadounidenses en empresas conjuntas que incluyan capital chino. Este episodio subraya cómo la geopolítica puede transformar de repente los privilegios de movilidad, incluso para personas que no representan un riesgo tradicional en materia migratoria.









