
El mismo día en que un profesor cuestionó el régimen fronterizo de Alemania, tres demandantes más —un periodista sirio-francés, un profesor de derecho austriaco y un viajero negro— anunciaron demandas separadas alegando perfiles raciales sistemáticos durante controles aleatorios en las fronteras francesa y austriaca. En una conferencia de prensa en Estrasburgo el 27 de noviembre, las ONG de derechos civiles GFF, ECCHR y ENAR denunciaron que la Bundespolizei selecciona pasajeros “basándose en el color de piel o nombres árabes”, violando la legislación europea contra la discriminación y la garantía de libre circulación del espacio Schengen.
La demandante principal, Sandra Alloush, relata que en junio la sacaron de un tren Estrasburgo-Stuttgart, la registraron a la fuerza y la enviaron de regreso a Francia a pie, a pesar de tener un permiso de residencia válido. El co-demandante Werner Schroeder —quien también presenta una demanda por separado en Múnich— fue supuestamente retenido en la ruta Kufstein-Rosenheim tras negarse a mostrar su identificación. El tercer caso involucra a un pasajero señalado en Freilassing, en la frontera germano-austriaca, en julio.
Estos casos evidencian un creciente rechazo legal: el Tribunal Administrativo de Berlín ya declaró ilegales varios “rechazos en frontera” hacia Polonia, pero las prácticas de control no han cambiado. Oficiales de diversidad e inclusión en empresas señalan que el personal de minorías en asignaciones transfronterizas reporta cada vez más controles invasivos, lo que reduce su disposición a aceptar puestos temporales.
Si los tribunales confirman criterios discriminatorios en la selección, Alemania podría enfrentar demandas por daños y verse obligada a reentrenar a sus unidades fronterizas. Los equipos de movilidad global deberían registrar incidentes con el personal, revisar las directrices de riesgo en viajes y considerar rutas alternativas por corredores aéreos donde las puertas automáticas (EasyPASS) limitan la discrecionalidad de los agentes.
La demandante principal, Sandra Alloush, relata que en junio la sacaron de un tren Estrasburgo-Stuttgart, la registraron a la fuerza y la enviaron de regreso a Francia a pie, a pesar de tener un permiso de residencia válido. El co-demandante Werner Schroeder —quien también presenta una demanda por separado en Múnich— fue supuestamente retenido en la ruta Kufstein-Rosenheim tras negarse a mostrar su identificación. El tercer caso involucra a un pasajero señalado en Freilassing, en la frontera germano-austriaca, en julio.
Estos casos evidencian un creciente rechazo legal: el Tribunal Administrativo de Berlín ya declaró ilegales varios “rechazos en frontera” hacia Polonia, pero las prácticas de control no han cambiado. Oficiales de diversidad e inclusión en empresas señalan que el personal de minorías en asignaciones transfronterizas reporta cada vez más controles invasivos, lo que reduce su disposición a aceptar puestos temporales.
Si los tribunales confirman criterios discriminatorios en la selección, Alemania podría enfrentar demandas por daños y verse obligada a reentrenar a sus unidades fronterizas. Los equipos de movilidad global deberían registrar incidentes con el personal, revisar las directrices de riesgo en viajes y considerar rutas alternativas por corredores aéreos donde las puertas automáticas (EasyPASS) limitan la discrecionalidad de los agentes.








