
Una nueva guerra de palabras transpacífica estalló a última hora del 26 de noviembre, después de que Washington anunciara restricciones de visado para ciudadanos centroamericanos supuestamente actuando en nombre del gobierno chino. El secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, afirmó que las medidas buscan disuadir actividades que “amenazan la estabilidad regional”, pero la Embajada de China en Washington respondió en pocas horas, acusando a Estados Unidos de usar los visados como arma y de violar la Carta de la ONU.
La protesta china presenta esta acción como un intento de socavar sus crecientes alianzas comerciales y de infraestructura en América Latina, donde los prestamistas y contratistas estatales chinos han desplazado parte de la influencia estadounidense. Pekín insiste en que sus proyectos —desde carreteras en Costa Rica hasta puertos en El Salvador— son puramente económicos y benefician a las comunidades locales.
Aunque EE. UU. no especificó cuántas personas se ven afectadas, programas anteriores de sanciones de visado han abarcado desde decenas hasta varios cientos de individuos, generalmente funcionarios gubernamentales, ejecutivos empresariales y sus familias directas. Al dirigirse a nacionales de terceros países en lugar de ciudadanos chinos, Washington envía la señal de que presionará cualquier canal que considere que Pekín usa para ampliar su presencia en la región.
Para las empresas chinas que despliegan personal en Centroamérica, esta incertidumbre añade un nuevo nivel de riesgo en materia de cumplimiento. Los empleadores podrían necesitar planes de contingencia para reubicar a los gerentes de proyecto a través de México o Canadá, y deberían revisar contratos en busca de cláusulas de fuerza mayor y de personal que puedan activarse ante denegaciones inesperadas de visados. Por otro lado, las empresas estadounidenses que operan en China podrían enfrentar un escrutinio retaliatorio si la disputa diplomática se intensifica.
Los asesores en inmigración señalan que este episodio subraya una tendencia más amplia: los visados se están utilizando cada vez más como herramienta de presión geopolítica. Las empresas con plantillas transfronterizas deberían estar atentas a las señales políticas, diversificar la documentación de viaje cuando sea posible y mantener registros claros que demuestren el papel comercial legítimo de sus empleados.
La protesta china presenta esta acción como un intento de socavar sus crecientes alianzas comerciales y de infraestructura en América Latina, donde los prestamistas y contratistas estatales chinos han desplazado parte de la influencia estadounidense. Pekín insiste en que sus proyectos —desde carreteras en Costa Rica hasta puertos en El Salvador— son puramente económicos y benefician a las comunidades locales.
Aunque EE. UU. no especificó cuántas personas se ven afectadas, programas anteriores de sanciones de visado han abarcado desde decenas hasta varios cientos de individuos, generalmente funcionarios gubernamentales, ejecutivos empresariales y sus familias directas. Al dirigirse a nacionales de terceros países en lugar de ciudadanos chinos, Washington envía la señal de que presionará cualquier canal que considere que Pekín usa para ampliar su presencia en la región.
Para las empresas chinas que despliegan personal en Centroamérica, esta incertidumbre añade un nuevo nivel de riesgo en materia de cumplimiento. Los empleadores podrían necesitar planes de contingencia para reubicar a los gerentes de proyecto a través de México o Canadá, y deberían revisar contratos en busca de cláusulas de fuerza mayor y de personal que puedan activarse ante denegaciones inesperadas de visados. Por otro lado, las empresas estadounidenses que operan en China podrían enfrentar un escrutinio retaliatorio si la disputa diplomática se intensifica.
Los asesores en inmigración señalan que este episodio subraya una tendencia más amplia: los visados se están utilizando cada vez más como herramienta de presión geopolítica. Las empresas con plantillas transfronterizas deberían estar atentas a las señales políticas, diversificar la documentación de viaje cuando sea posible y mantener registros claros que demuestren el papel comercial legítimo de sus empleados.








