
Suiza aumentará su contribución al Fondo de Seguridad Interna (ISF) de la UE a aproximadamente 315 millones de francos suizos (390 millones de dólares) durante el ciclo de vida del programa, tras la aprobación por parte del Consejo Federal de un pago adicional de casi 400 millones de francos suizos el 26 de noviembre de 2025. Esta medida, reportada inicialmente por Bloomberg, posiciona a Berna como el tercer mayor donante no perteneciente a la UE para la gestión común de fronteras, después de Noruega e Islandia.
El ISF financia despliegues de Frontex, plataformas de intercambio de datos en tiempo real y capacidades de respuesta de emergencia en las fronteras externas del espacio Schengen. Dado que Suiza es un estado asociado a Schengen, su participación financiera es obligatoria, aunque el monto final debe ser ratificado por el Parlamento. Se espera que los legisladores debatan este aumento durante la sesión de diciembre; un rechazo desencadenaría una renegociación compleja con Bruselas y podría poner en riesgo el acceso continuo de los ciudadanos suizos a la libre circulación sin visado en Schengen.
Para los responsables de movilidad corporativa, esta noticia es mayormente positiva. Un Frontex mejor financiado debería traducirse en filas más cortas y tiempos de procesamiento más predecibles en aeropuertos concurridos como Zúrich, donde el sistema biométrico de Entrada/Salida (EES) ya añade varios minutos a cada llegada de no europeos. Las empresas que rotan personal a través de centros suizos instan al Parlamento a aprobar rápidamente el crédito para evitar incertidumbre política a pocos meses de que el EES sea obligatorio en todo el bloque en abril de 2026.
Sin embargo, abogados especializados en inmigración advierten que la mayor contribución suiza podría alimentar críticas internas sobre que el país “paga demasiado por poca influencia” en la elaboración de normas de la UE, un argumento que ya hundió las negociaciones del acuerdo marco en 2021. Cualquier resurgimiento de la retórica euroescéptica podría reaparecer en las elecciones federales de 2027 y complicar la alineación a largo plazo de la política de movilidad entre Suiza y la UE.
En términos prácticos, las empresas deberían informar a su personal viajero que este aumento de fondos no cambiará de inmediato los procedimientos diarios; los controles de pasaporte y biométricos seguirán vigentes. No obstante, este impulso financiero subraya el compromiso de Suiza con el proyecto Schengen y debería tranquilizar a los empleadores globales sobre la estabilidad de los viajes de negocios transfronterizos a través de los puntos de entrada suizos en 2026 y en adelante.
El ISF financia despliegues de Frontex, plataformas de intercambio de datos en tiempo real y capacidades de respuesta de emergencia en las fronteras externas del espacio Schengen. Dado que Suiza es un estado asociado a Schengen, su participación financiera es obligatoria, aunque el monto final debe ser ratificado por el Parlamento. Se espera que los legisladores debatan este aumento durante la sesión de diciembre; un rechazo desencadenaría una renegociación compleja con Bruselas y podría poner en riesgo el acceso continuo de los ciudadanos suizos a la libre circulación sin visado en Schengen.
Para los responsables de movilidad corporativa, esta noticia es mayormente positiva. Un Frontex mejor financiado debería traducirse en filas más cortas y tiempos de procesamiento más predecibles en aeropuertos concurridos como Zúrich, donde el sistema biométrico de Entrada/Salida (EES) ya añade varios minutos a cada llegada de no europeos. Las empresas que rotan personal a través de centros suizos instan al Parlamento a aprobar rápidamente el crédito para evitar incertidumbre política a pocos meses de que el EES sea obligatorio en todo el bloque en abril de 2026.
Sin embargo, abogados especializados en inmigración advierten que la mayor contribución suiza podría alimentar críticas internas sobre que el país “paga demasiado por poca influencia” en la elaboración de normas de la UE, un argumento que ya hundió las negociaciones del acuerdo marco en 2021. Cualquier resurgimiento de la retórica euroescéptica podría reaparecer en las elecciones federales de 2027 y complicar la alineación a largo plazo de la política de movilidad entre Suiza y la UE.
En términos prácticos, las empresas deberían informar a su personal viajero que este aumento de fondos no cambiará de inmediato los procedimientos diarios; los controles de pasaporte y biométricos seguirán vigentes. No obstante, este impulso financiero subraya el compromiso de Suiza con el proyecto Schengen y debería tranquilizar a los empleadores globales sobre la estabilidad de los viajes de negocios transfronterizos a través de los puntos de entrada suizos en 2026 y en adelante.










