
Hablando con periodistas al margen de la cumbre del G20 en Johannesburgo, a última hora del 24 de noviembre, el Taoiseach Micheál Martin confirmó que Irlanda reformará los criterios para la naturalización en 2026. Según las propuestas preliminares que están en el Departamento de Justicia, los solicitantes de ciudadanía deberán demostrar que no han dependido de una lista específica de prestaciones sociales en los dos años anteriores y que no tienen deudas pendientes con ninguna entidad estatal.
Aunque la ley irlandesa ya exige “buena conducta”, los funcionarios reconocen que el concepto es vago. El nuevo enfoque se inspira en los sistemas de puntos de Australia y Canadá y, según Martin, busca garantizar que los nuevos ciudadanos puedan “valerse por sí mismos económicamente”. La reforma también ampliará el periodo mínimo de residencia para refugiados de tres a cinco años y exigirá pruebas documentales más sólidas para la reunificación familiar.
Abogados especializados en inmigración empresarial califican la propuesta del test de prestaciones sociales como “atractiva para titulares, pero compleja”. Muchos trabajadores con permisos Stamp 1 o Stamp 4 solicitan la prestación por hijo, un pago universal, mientras se establecen en Irlanda. El Departamento asegura que es poco probable que las prestaciones universales estén en la lista negra, pero la lista definitiva se publicará tras una consulta interdepartamental en enero.
Organismos de derechos humanos reaccionaron con dureza. El Consejo Irlandés para Refugiados advirtió que excluir a quienes reciben prestaciones sociales podría crear una ciudadanía de “dos niveles”, mientras que Sinn Féin afirmó que el plan copia las controvertidas reglas del Reino Unido sobre umbrales de ingresos sin abordar la crisis de vivienda en Irlanda.
Para los equipos de movilidad global, el impacto inmediato es limitado; la naturalización suele ocurrir varios años después de la primera entrada. Sin embargo, la regla de revisión de prestaciones implica que los responsables de recursos humanos deberán controlar cualquier apoyo estatal que reciban sus empleados internacionales, especialmente los pagos de emergencia tipo Covid, con mucha antelación a las solicitudes de ciudadanía.
Martin espera que el proyecto de ley llegue al Dáil antes del receso de verano. Con la presión multipartidista para “endurecer” la política migratoria, la mayoría de los analistas creen que la ley será aprobada, aunque con enmiendas que aclaren qué prestaciones descalifican.
Aunque la ley irlandesa ya exige “buena conducta”, los funcionarios reconocen que el concepto es vago. El nuevo enfoque se inspira en los sistemas de puntos de Australia y Canadá y, según Martin, busca garantizar que los nuevos ciudadanos puedan “valerse por sí mismos económicamente”. La reforma también ampliará el periodo mínimo de residencia para refugiados de tres a cinco años y exigirá pruebas documentales más sólidas para la reunificación familiar.
Abogados especializados en inmigración empresarial califican la propuesta del test de prestaciones sociales como “atractiva para titulares, pero compleja”. Muchos trabajadores con permisos Stamp 1 o Stamp 4 solicitan la prestación por hijo, un pago universal, mientras se establecen en Irlanda. El Departamento asegura que es poco probable que las prestaciones universales estén en la lista negra, pero la lista definitiva se publicará tras una consulta interdepartamental en enero.
Organismos de derechos humanos reaccionaron con dureza. El Consejo Irlandés para Refugiados advirtió que excluir a quienes reciben prestaciones sociales podría crear una ciudadanía de “dos niveles”, mientras que Sinn Féin afirmó que el plan copia las controvertidas reglas del Reino Unido sobre umbrales de ingresos sin abordar la crisis de vivienda en Irlanda.
Para los equipos de movilidad global, el impacto inmediato es limitado; la naturalización suele ocurrir varios años después de la primera entrada. Sin embargo, la regla de revisión de prestaciones implica que los responsables de recursos humanos deberán controlar cualquier apoyo estatal que reciban sus empleados internacionales, especialmente los pagos de emergencia tipo Covid, con mucha antelación a las solicitudes de ciudadanía.
Martin espera que el proyecto de ley llegue al Dáil antes del receso de verano. Con la presión multipartidista para “endurecer” la política migratoria, la mayoría de los analistas creen que la ley será aprobada, aunque con enmiendas que aclaren qué prestaciones descalifican.







