
El aeropuerto más concurrido de Bélgica, el Aeropuerto de Bruselas (BRU), confirmó el 25 de noviembre que 110 de los 203 vuelos de pasajeros programados para llegar el miércoles 26 de noviembre han sido cancelados de forma preventiva, debido a que los agentes de seguridad y el personal de tierra han iniciado una huelga nacional de tres días. El aeropuerto ya había cancelado por completo sus 206 vuelos de salida, paralizando así las operaciones normales por segunda vez en dos meses.
La acción sindical está coordinada por las tres principales confederaciones sindicales de Bélgica y se opone al proyecto de presupuesto de austeridad del gobierno, que contempla aumentar la edad legal de jubilación y limitar los incrementos salariales vinculados al índice de precios. Los sindicatos aeroportuarios afirman que el plan “destruye beneficios arduamente conseguidos” y han prometido paros escalonados a menos que se retire la propuesta. Protestas similares en octubre obligaron a las aerolíneas a cancelar más de 400 movimientos y provocaron retrasos en toda Europa.
Para los viajeros de negocios, las consecuencias son inmediatas. Las aerolíneas deben reprogramar o redirigir a miles de pasajeros con poca antelación, y la disponibilidad en hubs cercanos como Ámsterdam, París Charles-de-Gaulle y Frankfurt ya es limitada. También se ve afectado el transporte de carga; los agentes de transporte informan que los envíos urgentes del sector de ciencias de la vida serán desviados a Lieja o Luxemburgo y transportados por carretera hacia Bélgica.
El operador aeroportuario subraya que los 93 vuelos restantes deberían aterrizar, pero advierte que las colas en los controles fronterizos y la entrega de equipaje podrían ser más lentas de lo habitual, ya que solo se cuenta con el personal mínimo necesario. Se recomienda a los viajeros con permisos de residencia belgas que lleven consigo una prueba física de su estatus, en caso de que los controles automáticos estén cerrados y los controles manuales tarden más.
De cara al futuro, los sindicatos han convocado una “manifestación general” para el 26 de noviembre que podría paralizar completamente el aeropuerto. Las empresas con trabajadores desplazados o expatriados que deban rotar esta semana deberían activar planes de contingencia, organizar la asistencia remota a reuniones y preparar a los viajeros con rutas alternativas por tren o carretera desde países vecinos.
La acción sindical está coordinada por las tres principales confederaciones sindicales de Bélgica y se opone al proyecto de presupuesto de austeridad del gobierno, que contempla aumentar la edad legal de jubilación y limitar los incrementos salariales vinculados al índice de precios. Los sindicatos aeroportuarios afirman que el plan “destruye beneficios arduamente conseguidos” y han prometido paros escalonados a menos que se retire la propuesta. Protestas similares en octubre obligaron a las aerolíneas a cancelar más de 400 movimientos y provocaron retrasos en toda Europa.
Para los viajeros de negocios, las consecuencias son inmediatas. Las aerolíneas deben reprogramar o redirigir a miles de pasajeros con poca antelación, y la disponibilidad en hubs cercanos como Ámsterdam, París Charles-de-Gaulle y Frankfurt ya es limitada. También se ve afectado el transporte de carga; los agentes de transporte informan que los envíos urgentes del sector de ciencias de la vida serán desviados a Lieja o Luxemburgo y transportados por carretera hacia Bélgica.
El operador aeroportuario subraya que los 93 vuelos restantes deberían aterrizar, pero advierte que las colas en los controles fronterizos y la entrega de equipaje podrían ser más lentas de lo habitual, ya que solo se cuenta con el personal mínimo necesario. Se recomienda a los viajeros con permisos de residencia belgas que lleven consigo una prueba física de su estatus, en caso de que los controles automáticos estén cerrados y los controles manuales tarden más.
De cara al futuro, los sindicatos han convocado una “manifestación general” para el 26 de noviembre que podría paralizar completamente el aeropuerto. Las empresas con trabajadores desplazados o expatriados que deban rotar esta semana deberían activar planes de contingencia, organizar la asistencia remota a reuniones y preparar a los viajeros con rutas alternativas por tren o carretera desde países vecinos.










