
En una directiva confidencial distribuida a varias agencias de seguridad de EE. UU. el domingo por la noche, la administración Trump ordenó una revisión inmediata y caso por caso de todos los refugiados admitidos en Estados Unidos entre el 20 de enero de 2021 y el 19 de enero de 2025. Según funcionarios que hablaron bajo condición de anonimato, el memorando de 20 páginas instruye a los Departamentos de Seguridad Nacional, Estado y Justicia a reexaminar los controles biométricos, antecedentes penales y redes sociales de aproximadamente 273,000 personas que llegaron durante la administración Biden.
La orden revive herramientas de política implementadas por primera vez durante la iniciativa de “examen extremo” de 2017, pero va más allá: las agencias ahora deben cotejar los archivos de refugiados con nuevas listas de vigilancia basadas en inteligencia artificial, y el Departamento de Justicia debe “acelerar los procesos de desnaturalización” cuando se detecten fraudes o riesgos de seguridad no revelados. Un grupo de trabajo interinstitucional presentará hallazgos preliminares a la Casa Blanca en 90 días y entregará un informe final antes del 30 de junio de 2026. Los funcionarios reconocen que esta nueva revisión podría derivar en revocaciones de documentos de viaje o incluso en procesos de deportación, aunque los defensores advierten que las garantías de debido proceso para los refugiados ya en EE. UU. no están claras.
Para empleadores, universidades y ONG de reasentamiento que han integrado a estos refugiados en sus plantillas, la revisión presenta desafíos prácticos: las renovaciones de autorizaciones de trabajo podrían retrasarse, las verificaciones de antecedentes para empleos sensibles en seguridad podrían reabrirse, y los viajes internacionales de negocios enfrentarán un mayor riesgo de inspecciones secundarias en los puntos de entrada. Los asesores legales en inmigración instan a los departamentos de recursos humanos a auditar los archivos I-9 y preparar planes de contingencia para “regreso al trabajo” en caso de que personal clave sea interrogado o sometido a procesos de deportación.
En el plano político, esta medida subraya la estrategia más amplia del presidente Trump para 2025 de deshacer las políticas migratorias de la era Biden —desde programas de permiso humanitario hasta rediseños del Estatus de Protección Temporal— y señala que las admisiones de refugiados, antes protegidas de los vaivenes partidistas, ahora están en el centro de la mira política. Los analistas anticipan desafíos legales por parte de grupos defensores de los derechos de los refugiados, pero la administración confía en que la cláusula de revocación de la Ley de Refugiados le otorga amplia facultad para revisar las determinaciones de admisibilidad cuando se alegan preocupaciones de seguridad nacional.
La orden revive herramientas de política implementadas por primera vez durante la iniciativa de “examen extremo” de 2017, pero va más allá: las agencias ahora deben cotejar los archivos de refugiados con nuevas listas de vigilancia basadas en inteligencia artificial, y el Departamento de Justicia debe “acelerar los procesos de desnaturalización” cuando se detecten fraudes o riesgos de seguridad no revelados. Un grupo de trabajo interinstitucional presentará hallazgos preliminares a la Casa Blanca en 90 días y entregará un informe final antes del 30 de junio de 2026. Los funcionarios reconocen que esta nueva revisión podría derivar en revocaciones de documentos de viaje o incluso en procesos de deportación, aunque los defensores advierten que las garantías de debido proceso para los refugiados ya en EE. UU. no están claras.
Para empleadores, universidades y ONG de reasentamiento que han integrado a estos refugiados en sus plantillas, la revisión presenta desafíos prácticos: las renovaciones de autorizaciones de trabajo podrían retrasarse, las verificaciones de antecedentes para empleos sensibles en seguridad podrían reabrirse, y los viajes internacionales de negocios enfrentarán un mayor riesgo de inspecciones secundarias en los puntos de entrada. Los asesores legales en inmigración instan a los departamentos de recursos humanos a auditar los archivos I-9 y preparar planes de contingencia para “regreso al trabajo” en caso de que personal clave sea interrogado o sometido a procesos de deportación.
En el plano político, esta medida subraya la estrategia más amplia del presidente Trump para 2025 de deshacer las políticas migratorias de la era Biden —desde programas de permiso humanitario hasta rediseños del Estatus de Protección Temporal— y señala que las admisiones de refugiados, antes protegidas de los vaivenes partidistas, ahora están en el centro de la mira política. Los analistas anticipan desafíos legales por parte de grupos defensores de los derechos de los refugiados, pero la administración confía en que la cláusula de revocación de la Ley de Refugiados le otorga amplia facultad para revisar las determinaciones de admisibilidad cuando se alegan preocupaciones de seguridad nacional.









