
Cientos de jóvenes activistas se reunieron esta tarde en la estación de tren de Kehl, a orillas del Rin, para denunciar la reimposición de los controles de pasaporte en la frontera franco-alemana, una medida que Berlín y París han mantenido casi de forma continua desde finales de 2024. Organizada por las secciones de Jeunes Européens de Kehl y Baden-Württemberg, la manifestación “No toquen mi Schengen” reunió a estudiantes, aprendices y trabajadores transfronterizos que denuncian que las colas impredecibles añaden hasta 45 minutos a un trayecto que debería durar diez minutos.
Los oradores destacaron el impacto diario en los hogares binacionales y en los 7.300 residentes franceses que viajan a trabajar al distrito Ortenau en Alemania. “Vivir en una región de ciudades gemelas solo funciona si las fronteras permanecen invisibles”, afirmó Clara Müller, organizadora de 22 años. Los manifestantes portaban pancartas con mensajes como “Controles ≠ Seguridad” y repartieron folletos con códigos QR que instan a la Comisión Europea a aplicar las normas de proporcionalidad del Código de Fronteras Schengen.
Las pequeñas y medianas empresas francesas situadas al otro lado del Rin comparten la frustración. Una empresa biotecnológica con sede en Estrasburgo explicó a Global Mobility News que sus técnicos alemanes ahora destinan una hora extra diaria para lo que antes era una ronda de mantenimiento transfronterizo sin interrupciones, lo que eleva los costes laborales en aproximadamente 600 € por empleado al mes. El consejo regional de Grand Est estima que los controles han reducido el PIB local en 0,2 puntos porcentuales al frenar el comercio minorista y los servicios transfronterizos.
Las autoridades en París justifican los controles como respuesta a “niveles sostenidos de amenaza terrorista”, citando el Artículo 25 del Código Schengen. Sin embargo, los críticos señalan que Francia ha renovado estas medidas cada tres meses durante más de un año, a pesar de que la jurisprudencia europea exige que estas medidas temporales sean excepcionales.
La manifestación en Kehl probablemente no provoque un cambio inmediato en la política, pero pone de relieve la creciente presión de la sociedad civil antes del próximo Consejo de Justicia y Asuntos Internos en diciembre, donde los ministros revisarán el futuro de los controles internos. Los responsables de movilidad con personal transfronterizo deben estar atentos a si Francia extiende nuevamente los controles el 31 de enero de 2026 y preparar la documentación que acredite el estatus de trabajador esencial para evitar inspecciones secundarias.
Los oradores destacaron el impacto diario en los hogares binacionales y en los 7.300 residentes franceses que viajan a trabajar al distrito Ortenau en Alemania. “Vivir en una región de ciudades gemelas solo funciona si las fronteras permanecen invisibles”, afirmó Clara Müller, organizadora de 22 años. Los manifestantes portaban pancartas con mensajes como “Controles ≠ Seguridad” y repartieron folletos con códigos QR que instan a la Comisión Europea a aplicar las normas de proporcionalidad del Código de Fronteras Schengen.
Las pequeñas y medianas empresas francesas situadas al otro lado del Rin comparten la frustración. Una empresa biotecnológica con sede en Estrasburgo explicó a Global Mobility News que sus técnicos alemanes ahora destinan una hora extra diaria para lo que antes era una ronda de mantenimiento transfronterizo sin interrupciones, lo que eleva los costes laborales en aproximadamente 600 € por empleado al mes. El consejo regional de Grand Est estima que los controles han reducido el PIB local en 0,2 puntos porcentuales al frenar el comercio minorista y los servicios transfronterizos.
Las autoridades en París justifican los controles como respuesta a “niveles sostenidos de amenaza terrorista”, citando el Artículo 25 del Código Schengen. Sin embargo, los críticos señalan que Francia ha renovado estas medidas cada tres meses durante más de un año, a pesar de que la jurisprudencia europea exige que estas medidas temporales sean excepcionales.
La manifestación en Kehl probablemente no provoque un cambio inmediato en la política, pero pone de relieve la creciente presión de la sociedad civil antes del próximo Consejo de Justicia y Asuntos Internos en diciembre, donde los ministros revisarán el futuro de los controles internos. Los responsables de movilidad con personal transfronterizo deben estar atentos a si Francia extiende nuevamente los controles el 31 de enero de 2026 y preparar la documentación que acredite el estatus de trabajador esencial para evitar inspecciones secundarias.







