
Las tres principales federaciones sindicales de Bélgica —ACV-CSC, FGTB-ABVV y CGSLB-ACLVB— han coordinado una huelga simultánea poco común de 72 horas, desde el lunes 24 hasta el miércoles 26 de noviembre. La acción industrial se dirige contra las propuestas del Gobierno Federal para frenar la indexación automática de los salarios y aumentar la edad legal de jubilación, pero sus efectos inmediatos se sentirán entre viajeros, transportistas y empleadores en toda Europa.
El operador ferroviario público SNCB ha advertido que solo funcionará una quinta parte de los servicios habituales, y la mayoría de los trenes internacionales que atraviesan Bélgica serán cancelados o desviados. Los operadores de transporte de mercancías estiman que los desvíos por los Países Bajos podrían añadir entre 6 y 12 horas a las cadenas de suministro sensibles al tiempo que conectan el Puerto de Amberes con el Ruhr alemán.
La movilidad urbana también se verá gravemente afectada: el metro de Bruselas, STIB/MIVB, prevé “graves interrupciones”, mientras que los servicios regionales de autobús en Flandes y Valonia operarán con niveles mínimos. Las filas para servicios de transporte privado ya se están alargando, ya que los taxis anticipan bloqueos en las vías principales que conducen a la capital.
Para los equipos de movilidad global, el momento es complicado, justo cuando muchas multinacionales comienzan la entrega de proyectos de fin de año y las rotaciones de expatriados por vacaciones. Varias empresas del Fortune 500 dijeron a The Brussels Times que han autorizado extensiones en hoteles y aumentos en dietas para el personal varado, mientras que otras han activado planes de trabajo remoto.
Los analistas legales advierten que la amplitud de la huelga podría reavivar el debate sobre la jurisprudencia del ‘derecho a huelga’ en Bélgica, especialmente si infraestructuras críticas —como depósitos de combustible o centros de datos— quedan paralizadas. Las empresas con grandes plantillas móviles deben estar atentas a decretos gubernamentales de última hora; en disputas anteriores, el Ministerio del Interior ha ordenado niveles mínimos de servicio con solo horas de aviso.
El operador ferroviario público SNCB ha advertido que solo funcionará una quinta parte de los servicios habituales, y la mayoría de los trenes internacionales que atraviesan Bélgica serán cancelados o desviados. Los operadores de transporte de mercancías estiman que los desvíos por los Países Bajos podrían añadir entre 6 y 12 horas a las cadenas de suministro sensibles al tiempo que conectan el Puerto de Amberes con el Ruhr alemán.
La movilidad urbana también se verá gravemente afectada: el metro de Bruselas, STIB/MIVB, prevé “graves interrupciones”, mientras que los servicios regionales de autobús en Flandes y Valonia operarán con niveles mínimos. Las filas para servicios de transporte privado ya se están alargando, ya que los taxis anticipan bloqueos en las vías principales que conducen a la capital.
Para los equipos de movilidad global, el momento es complicado, justo cuando muchas multinacionales comienzan la entrega de proyectos de fin de año y las rotaciones de expatriados por vacaciones. Varias empresas del Fortune 500 dijeron a The Brussels Times que han autorizado extensiones en hoteles y aumentos en dietas para el personal varado, mientras que otras han activado planes de trabajo remoto.
Los analistas legales advierten que la amplitud de la huelga podría reavivar el debate sobre la jurisprudencia del ‘derecho a huelga’ en Bélgica, especialmente si infraestructuras críticas —como depósitos de combustible o centros de datos— quedan paralizadas. Las empresas con grandes plantillas móviles deben estar atentas a decretos gubernamentales de última hora; en disputas anteriores, el Ministerio del Interior ha ordenado niveles mínimos de servicio con solo horas de aviso.






