
Los gobiernos de Brandeburgo y Mecklemburgo-Pomerania Occidental se han unido para exigir una "estrategia de salida" respecto a los controles temporales que Alemania reintrodujo en su frontera con Polonia en mayo de 2025. En una carta conjunta fechada el 21 de noviembre, ambos Länder argumentan que la medida, inicialmente justificada por un aumento de solicitudes de asilo en primavera, se ha convertido ahora en un lastre para la economía regional.
Las cámaras de comercio locales señalan que los camiones de reparto que transportan piezas de automóviles entre Szczecin y Berlín deben añadir unos 30 minutos extra por cruce, lo que supone un coste adicional de aproximadamente 120 euros por camión al día. Los comerciantes de las ciudades fronterizas se quejan de que los compradores polacos, que antes eran un apoyo fundamental los fines de semana, están dejando de acudir. Los trabajadores que viven en un lado y trabajan en el otro reportan colas imprevisibles que complican la planificación de turnos.
El ministro del Interior, Alexander Dobrindt, quien ordenó los controles ante la creciente presión política, argumenta motivos de seguridad nacional y cuenta con el respaldo de Baviera y Sajonia. Los datos de la Policía Federal muestran 18.598 entradas denegadas y una caída del 60 % en los cruces ilegales desde mayo. Por su parte, el primer ministro de Brandeburgo, Dietmar Woidke, sostiene que la amenaza se ha estabilizado y que la suspensión del espacio Schengen ahora viola el principio de proporcionalidad de la UE.
El debate llega a pocas semanas de que el Consejo de Justicia y Asuntos Internos de la UE revise los controles. Según las normas de Schengen, los controles fronterizos internos solo pueden prolongarse si el riesgo persiste y no existe una alternativa menos restrictiva. Varsovia ya ha ofrecido patrullas conjuntas y el intercambio de información como solución de compromiso.
Para los equipos de movilidad global, el resultado es crucial: cientos de empleados desplazados viven en ciudades polacas con costos más bajos mientras trabajan en fábricas o centros de investigación alemanes. Los responsables de recursos humanos deberían aconsejar al personal que mantenga a mano pasaportes y permisos de residencia, y que prevea retrasos continuos hasta que Berlín aclare su calendario.
Las cámaras de comercio locales señalan que los camiones de reparto que transportan piezas de automóviles entre Szczecin y Berlín deben añadir unos 30 minutos extra por cruce, lo que supone un coste adicional de aproximadamente 120 euros por camión al día. Los comerciantes de las ciudades fronterizas se quejan de que los compradores polacos, que antes eran un apoyo fundamental los fines de semana, están dejando de acudir. Los trabajadores que viven en un lado y trabajan en el otro reportan colas imprevisibles que complican la planificación de turnos.
El ministro del Interior, Alexander Dobrindt, quien ordenó los controles ante la creciente presión política, argumenta motivos de seguridad nacional y cuenta con el respaldo de Baviera y Sajonia. Los datos de la Policía Federal muestran 18.598 entradas denegadas y una caída del 60 % en los cruces ilegales desde mayo. Por su parte, el primer ministro de Brandeburgo, Dietmar Woidke, sostiene que la amenaza se ha estabilizado y que la suspensión del espacio Schengen ahora viola el principio de proporcionalidad de la UE.
El debate llega a pocas semanas de que el Consejo de Justicia y Asuntos Internos de la UE revise los controles. Según las normas de Schengen, los controles fronterizos internos solo pueden prolongarse si el riesgo persiste y no existe una alternativa menos restrictiva. Varsovia ya ha ofrecido patrullas conjuntas y el intercambio de información como solución de compromiso.
Para los equipos de movilidad global, el resultado es crucial: cientos de empleados desplazados viven en ciudades polacas con costos más bajos mientras trabajan en fábricas o centros de investigación alemanes. Los responsables de recursos humanos deberían aconsejar al personal que mantenga a mano pasaportes y permisos de residencia, y que prevea retrasos continuos hasta que Berlín aclare su calendario.










