
En la reunión del gabinete del 20 de noviembre de 2025, el gobierno italiano aprobó el tan esperado decreto Decreto Flussi, que introduce una nueva categoría de permiso de residencia destinada a proteger a las víctimas de la explotación laboral en la agricultura y otros sectores de bajos salarios. Según esta medida, los ciudadanos de terceros países que denuncien a los llamados caporales — reclutadores ilegales que suministran mano de obra indocumentada — tendrán derecho a un permiso de residencia especial de seis meses, renovable por un año más y ampliable nuevamente si las investigaciones judiciales requieren su colaboración.
La ministra de Trabajo, Marina Calderone, explicó que este permiso otorga acceso completo a los servicios sociales, al sistema nacional de salud y al mercado laboral abierto, facilitando que las víctimas puedan salir de la economía sumergida y acceder a un empleo regular. Los beneficiarios también recibirán una “asignación de inclusión”, un apoyo económico modesto que forma parte de la reciente reforma del sistema de protección social en Italia.
Este nuevo estatus está exento de cuotas, lo que significa que no se incluye dentro del límite de 497,550 permisos de trabajo establecidos para el periodo 2026-2028. Los empleadores que hayan facilitado o tolerado la explotación se arriesgan a sanciones penales y a ser incluidos en una lista negra administrativa que les impedirá solicitar futuros permisos Flussi. Además, el decreto ordena a las prefecturas priorizar las inspecciones laborales en los sectores de agricultura, construcción y logística — los más afectados por las prácticas de caporalato — y agilizar la tramitación de permisos cuando los testimonios de los trabajadores sean clave para procesos penales.
Para las multinacionales con operaciones en Italia, esta medida representa un nuevo mecanismo de cumplimiento: cualquier vínculo con reclutadores ilegales podría poner en riesgo su capacidad para contratar personal no comunitario en las próximas convocatorias “click-day”. Por ello, los responsables de movilidad deben revisar los procesos de diligencia debida en la cadena de suministro y asegurarse de que las agencias de trabajo estén debidamente autorizadas. Los asesores legales señalan que las filiales extranjeras ahora pueden patrocinar de forma proactiva a los trabajadores explotados que colaboren con las autoridades, convirtiendo un riesgo reputacional en una oportunidad para regularizar su plantilla y apoyar las investigaciones.
La ministra de Trabajo, Marina Calderone, explicó que este permiso otorga acceso completo a los servicios sociales, al sistema nacional de salud y al mercado laboral abierto, facilitando que las víctimas puedan salir de la economía sumergida y acceder a un empleo regular. Los beneficiarios también recibirán una “asignación de inclusión”, un apoyo económico modesto que forma parte de la reciente reforma del sistema de protección social en Italia.
Este nuevo estatus está exento de cuotas, lo que significa que no se incluye dentro del límite de 497,550 permisos de trabajo establecidos para el periodo 2026-2028. Los empleadores que hayan facilitado o tolerado la explotación se arriesgan a sanciones penales y a ser incluidos en una lista negra administrativa que les impedirá solicitar futuros permisos Flussi. Además, el decreto ordena a las prefecturas priorizar las inspecciones laborales en los sectores de agricultura, construcción y logística — los más afectados por las prácticas de caporalato — y agilizar la tramitación de permisos cuando los testimonios de los trabajadores sean clave para procesos penales.
Para las multinacionales con operaciones en Italia, esta medida representa un nuevo mecanismo de cumplimiento: cualquier vínculo con reclutadores ilegales podría poner en riesgo su capacidad para contratar personal no comunitario en las próximas convocatorias “click-day”. Por ello, los responsables de movilidad deben revisar los procesos de diligencia debida en la cadena de suministro y asegurarse de que las agencias de trabajo estén debidamente autorizadas. Los asesores legales señalan que las filiales extranjeras ahora pueden patrocinar de forma proactiva a los trabajadores explotados que colaboren con las autoridades, convirtiendo un riesgo reputacional en una oportunidad para regularizar su plantilla y apoyar las investigaciones.








