
Las tensiones entre China y Japón aumentaron esta semana después de que la nueva primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, afirmara que un ataque del Ejército Popular de Liberación (EPL) a Taiwán podría desencadenar una respuesta militar japonesa. En la réplica de Pekín el 19 de noviembre, el Ministerio de Relaciones Exteriores instó a los ciudadanos chinos a reconsiderar sus viajes a Japón, citando "riesgos de seguridad", y sugirió una prohibición total de las importaciones de mariscos japoneses, apenas meses después de haber levantado parcialmente las restricciones vinculadas al agua residual de Fukushima.
Las agencias de viajes chinas reportaron cancelaciones masivas en menos de 24 horas, afectando salidas programadas para diciembre y el Año Nuevo Lunar. Analistas de Ctrip estiman que esta medida podría eliminar hasta 1.800 millones de dólares en gasto turístico outbound y poner en riesgo la meta de Japón de recuperar los niveles de visitantes chinos previos a la pandemia para 2026.
Para los programas de movilidad global, esta advertencia complica los itinerarios en Asia Oriental: los empleados chinos que viajan con visas Schengen o estadounidenses suelen hacer escala en Tokio u Osaka por razones de costo; las empresas podrían tener que reprogramar vuelos vía Seúl o Taipéi. Las cadenas logísticas que dependen del transporte de carga en vuelos de pasajeros, especialmente de productos electrónicos de alto valor, también podrían verse afectadas si disminuye la ocupación de los vuelos.
Los exportadores japoneses de mariscos se preparan para el impacto. Antes del conflicto de Fukushima en 2021, China era el principal comprador de vieiras y pepinos de mar. Solo tres de casi 700 exportadores han recuperado hasta ahora la autorización china, y la retórica reciente amenaza con bloquear nuevamente ese canal.
Aunque no existe una prohibición formal de viajes, los equipos de gestión de riesgos deben monitorear las advertencias de las embajadas y las políticas de reembolso de las aerolíneas. La historia muestra que lo que comienza como una "recomendación" puede transformarse rápidamente en suspensiones totales, como ocurrió durante los boicots relacionados con el THAAD en Corea del Sur.
Las agencias de viajes chinas reportaron cancelaciones masivas en menos de 24 horas, afectando salidas programadas para diciembre y el Año Nuevo Lunar. Analistas de Ctrip estiman que esta medida podría eliminar hasta 1.800 millones de dólares en gasto turístico outbound y poner en riesgo la meta de Japón de recuperar los niveles de visitantes chinos previos a la pandemia para 2026.
Para los programas de movilidad global, esta advertencia complica los itinerarios en Asia Oriental: los empleados chinos que viajan con visas Schengen o estadounidenses suelen hacer escala en Tokio u Osaka por razones de costo; las empresas podrían tener que reprogramar vuelos vía Seúl o Taipéi. Las cadenas logísticas que dependen del transporte de carga en vuelos de pasajeros, especialmente de productos electrónicos de alto valor, también podrían verse afectadas si disminuye la ocupación de los vuelos.
Los exportadores japoneses de mariscos se preparan para el impacto. Antes del conflicto de Fukushima en 2021, China era el principal comprador de vieiras y pepinos de mar. Solo tres de casi 700 exportadores han recuperado hasta ahora la autorización china, y la retórica reciente amenaza con bloquear nuevamente ese canal.
Aunque no existe una prohibición formal de viajes, los equipos de gestión de riesgos deben monitorear las advertencias de las embajadas y las políticas de reembolso de las aerolíneas. La historia muestra que lo que comienza como una "recomendación" puede transformarse rápidamente en suspensiones totales, como ocurrió durante los boicots relacionados con el THAAD en Corea del Sur.











