
Los viajeros en toda China enfrentaron un día complicado el 19 de noviembre debido a una combinación de densa niebla en el delta del río Yangtsé, restricciones en el control del tráfico aéreo y fallos técnicos aislados, que provocaron 554 retrasos y 58 cancelaciones de vuelos para media tarde. Los aeropuertos de Beijing Capital, Shanghai Pudong y Chengdu Shuangliu fueron los más afectados, con repercusiones que se extendieron a Xiamen, Shenzhen y Kunming.
China Eastern y Air China registraron más de 100 salidas retrasadas cada una, según el rastreador de datos VariFlight, mientras que Xiamen Airlines canceló 12 vuelos. Las redes sociales se llenaron de imágenes de áreas de embarque abarrotadas y mostradores improvisados de atención al cliente, mientras las aerolíneas se apresuraban a reubicar a los pasajeros. Funcionarios de la Administración de Aviación Civil de China (CAAC) emitieron un boletín meteorológico de nivel tres a las 08:00, pero luego reconocieron una “inestabilidad intermitente del radar” en el centro central de control de flujo.
Estas interrupciones evidencian la fragilidad de la recuperación de la capacidad tras la pandemia. Las aerolíneas operan aproximadamente al 96 % de la oferta de asientos domésticos de 2019 y dependen de una alta utilización de aeronaves para mantener la rentabilidad ante el aumento de los costos de combustible. Incluso unas pocas horas de retrasos en cadena pueden generar costosos estacionamientos nocturnos de aviones y desajustes en la ubicación de las tripulaciones.
Para los gestores de movilidad corporativa, este episodio resalta la importancia de políticas de reserva flexibles y el seguimiento en tiempo real de los viajeros. Empresas con empleados que transitaban por los hubs afectados reportaron conexiones perdidas hacia Manila, Seúl y Frankfurt. Muchos optaron por redirigir sus vuelos a través de Guangzhou o Macao, que sufrieron retrasos menores.
La CAAC anunció que esta semana convocará a aerolíneas y operadores aeroportuarios para revisar los protocolos de contingencia y acelerar la implementación de procedimientos de navegación basados en satélites y rendimiento, con el objetivo de reducir las distancias de separación relacionadas con el clima.
China Eastern y Air China registraron más de 100 salidas retrasadas cada una, según el rastreador de datos VariFlight, mientras que Xiamen Airlines canceló 12 vuelos. Las redes sociales se llenaron de imágenes de áreas de embarque abarrotadas y mostradores improvisados de atención al cliente, mientras las aerolíneas se apresuraban a reubicar a los pasajeros. Funcionarios de la Administración de Aviación Civil de China (CAAC) emitieron un boletín meteorológico de nivel tres a las 08:00, pero luego reconocieron una “inestabilidad intermitente del radar” en el centro central de control de flujo.
Estas interrupciones evidencian la fragilidad de la recuperación de la capacidad tras la pandemia. Las aerolíneas operan aproximadamente al 96 % de la oferta de asientos domésticos de 2019 y dependen de una alta utilización de aeronaves para mantener la rentabilidad ante el aumento de los costos de combustible. Incluso unas pocas horas de retrasos en cadena pueden generar costosos estacionamientos nocturnos de aviones y desajustes en la ubicación de las tripulaciones.
Para los gestores de movilidad corporativa, este episodio resalta la importancia de políticas de reserva flexibles y el seguimiento en tiempo real de los viajeros. Empresas con empleados que transitaban por los hubs afectados reportaron conexiones perdidas hacia Manila, Seúl y Frankfurt. Muchos optaron por redirigir sus vuelos a través de Guangzhou o Macao, que sufrieron retrasos menores.
La CAAC anunció que esta semana convocará a aerolíneas y operadores aeroportuarios para revisar los protocolos de contingencia y acelerar la implementación de procedimientos de navegación basados en satélites y rendimiento, con el objetivo de reducir las distancias de separación relacionadas con el clima.





