
La Secretaria del Interior, Shabana Mahmood, confirmó el sábado 15 de noviembre de 2025 que el Gobierno legislará para eliminar la concesión automática de residencia permanente (permiso indefinido de residencia) para la mayoría de los refugiados reconocidos. Según el próximo Proyecto de Ley de Inmigración, los solicitantes de asilo aprobados recibirán una “protección temporal” inicial válida por 30 meses, renovable tras una nueva evaluación de riesgos. Solo quienes puedan demostrar un riesgo individual y continuo de persecución en su país de origen serán elegibles para la residencia permanente después de diez años.
Los ministros aseguran que el cambio está inspirado en las reformas de Dinamarca de 2021 y busca frenar el récord histórico de solicitudes (111,000 en el año hasta junio de 2025), además de crear incentivos para devolver a quienes provengan de países que posteriormente se consideren “seguros”. Mahmood también quiere que los tribunales otorguen menos peso al Artículo 8 (derecho a la vida familiar) y a partes del Artículo 3 (trato inhumano) del Convenio Europeo de Derechos Humanos al decidir sobre apelaciones contra la expulsión.
Grupos empresariales y universidades observan con atención: aunque las normas se dirigen a refugiados, los empleadores temen efectos colaterales en la confianza del mercado laboral y en los presupuestos para la integración local. Las ONG advierten que obligar a miles de personas a renovar su solicitud cada tres años generará un nuevo retraso, aumentará los costos de cumplimiento para el Ministerio del Interior y desalentará a los empleadores a invertir en programas de talento para refugiados.
Los abogados de inmigración señalan que el Reino Unido ya revisa el estatus humanitario tras cinco años; reducir ese ciclo a 30 meses triplicará el volumen de casos. Los proveedores de vivienda también están preocupados: el estatus temporal dificulta que los refugiados obtengan contratos de arrendamiento a largo plazo o hipotecas, complicando los paquetes de reubicación corporativa para empleados internacionales con familiares refugiados.
De aprobarse, esta política representaría el mayor retroceso en el modelo de asilo británico desde la incorporación de la Convención de Refugiados de 1951 a la legislación nacional.
Los ministros aseguran que el cambio está inspirado en las reformas de Dinamarca de 2021 y busca frenar el récord histórico de solicitudes (111,000 en el año hasta junio de 2025), además de crear incentivos para devolver a quienes provengan de países que posteriormente se consideren “seguros”. Mahmood también quiere que los tribunales otorguen menos peso al Artículo 8 (derecho a la vida familiar) y a partes del Artículo 3 (trato inhumano) del Convenio Europeo de Derechos Humanos al decidir sobre apelaciones contra la expulsión.
Grupos empresariales y universidades observan con atención: aunque las normas se dirigen a refugiados, los empleadores temen efectos colaterales en la confianza del mercado laboral y en los presupuestos para la integración local. Las ONG advierten que obligar a miles de personas a renovar su solicitud cada tres años generará un nuevo retraso, aumentará los costos de cumplimiento para el Ministerio del Interior y desalentará a los empleadores a invertir en programas de talento para refugiados.
Los abogados de inmigración señalan que el Reino Unido ya revisa el estatus humanitario tras cinco años; reducir ese ciclo a 30 meses triplicará el volumen de casos. Los proveedores de vivienda también están preocupados: el estatus temporal dificulta que los refugiados obtengan contratos de arrendamiento a largo plazo o hipotecas, complicando los paquetes de reubicación corporativa para empleados internacionales con familiares refugiados.
De aprobarse, esta política representaría el mayor retroceso en el modelo de asilo británico desde la incorporación de la Convención de Refugiados de 1951 a la legislación nacional.










