
El Ministerio de Relaciones Exteriores de China y su embajada en Tokio han emitido una advertencia inusualmente directa instando a los ciudadanos chinos a “evitar temporalmente viajar a Japón”. El aviso, publicado a última hora del 14 de noviembre y difundido ampliamente en WeChat y Weibo el 15 de noviembre, cita lo que Pekín califica como declaraciones “abiertamente provocativas” de la nueva primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, quien afirmó ante el parlamento que Tokio podría intervenir militarmente si China usara la fuerza contra Taiwán.
Esta advertencia es significativa porque Japón suele ser uno de los destinos favoritos para los turistas chinos y un punto clave para presentaciones corporativas y gestores de cadenas de suministro. Más de 7 millones de visitantes del continente ingresaron a Japón en los primeros nueve meses de 2025, representando casi una cuarta parte de todas las llegadas internacionales. Una caída en el turismo de ocio y cancelaciones de reuniones a último momento podrían afectar los sectores minorista y hotelero de Japón justo al inicio de la temporada alta de invierno, además de perturbar a los ejecutivos regionales que dependen del frecuente puente aéreo Shanghái-Tokio.
En el ámbito diplomático, esta medida aumenta la presión sobre Tokio. El gobierno japonés presentó una protesta formal el 15 de noviembre; el secretario jefe del gabinete, Minoru Kihara, instó a Pekín a “tomar medidas adecuadas” y subrayó la importancia de una “comunicación multilayer”. Los analistas señalan que Pekín ha utilizado repetidamente el poder adquisitivo de sus turistas como herramienta de presión: las restricciones a los viajes en grupo a Corea del Sur en 2017, por el tema del sistema de defensa antimisiles THAAD, le costaron a Seúl unos 5.000 millones de dólares en ingresos perdidos.
Para las empresas chinas, la advertencia tiene implicaciones inmediatas de cumplimiento: los viajes de personal a Japón ahora requieren evaluaciones de riesgo más rigurosas y justificaciones por escrito; muchas compañías han activado planes de contingencia que reubican reuniones regionales a Seúl o Singapur. Las empresas japonesas que operan en el continente enfrentan el dilema inverso, ya que las tensiones políticas aumentan la posibilidad de boicots de consumidores.
En la práctica, la embajada insta a los viajeros que ya están en Japón a “monitorear de cerca la situación de seguridad local, aumentar la vigilancia y fortalecer la autoprotección”. Las empresas con exposición en Japón deberían revisar las cláusulas de fuerza mayor, actualizar los protocolos de cuidado y estar atentas a posibles nuevas medidas regulatorias, como demoras en el procesamiento de visas o controles más estrictos a los viajes en grupo.
Esta advertencia es significativa porque Japón suele ser uno de los destinos favoritos para los turistas chinos y un punto clave para presentaciones corporativas y gestores de cadenas de suministro. Más de 7 millones de visitantes del continente ingresaron a Japón en los primeros nueve meses de 2025, representando casi una cuarta parte de todas las llegadas internacionales. Una caída en el turismo de ocio y cancelaciones de reuniones a último momento podrían afectar los sectores minorista y hotelero de Japón justo al inicio de la temporada alta de invierno, además de perturbar a los ejecutivos regionales que dependen del frecuente puente aéreo Shanghái-Tokio.
En el ámbito diplomático, esta medida aumenta la presión sobre Tokio. El gobierno japonés presentó una protesta formal el 15 de noviembre; el secretario jefe del gabinete, Minoru Kihara, instó a Pekín a “tomar medidas adecuadas” y subrayó la importancia de una “comunicación multilayer”. Los analistas señalan que Pekín ha utilizado repetidamente el poder adquisitivo de sus turistas como herramienta de presión: las restricciones a los viajes en grupo a Corea del Sur en 2017, por el tema del sistema de defensa antimisiles THAAD, le costaron a Seúl unos 5.000 millones de dólares en ingresos perdidos.
Para las empresas chinas, la advertencia tiene implicaciones inmediatas de cumplimiento: los viajes de personal a Japón ahora requieren evaluaciones de riesgo más rigurosas y justificaciones por escrito; muchas compañías han activado planes de contingencia que reubican reuniones regionales a Seúl o Singapur. Las empresas japonesas que operan en el continente enfrentan el dilema inverso, ya que las tensiones políticas aumentan la posibilidad de boicots de consumidores.
En la práctica, la embajada insta a los viajeros que ya están en Japón a “monitorear de cerca la situación de seguridad local, aumentar la vigilancia y fortalecer la autoprotección”. Las empresas con exposición en Japón deberían revisar las cláusulas de fuerza mayor, actualizar los protocolos de cuidado y estar atentas a posibles nuevas medidas regulatorias, como demoras en el procesamiento de visas o controles más estrictos a los viajes en grupo.









