
El Grupo de Visegrado (V4) de Europa Central vuelve a chocar con Bruselas, esta vez por el nuevo mecanismo de reparto de cargas para solicitantes de asilo propuesto por la Comisión Europea. En una rueda de prensa en Varsovia el 13 de noviembre, representantes de los ministerios del interior de Polonia, Hungría, Eslovaquia y República Checa anunciaron que sus gobiernos preparan una acción legal coordinada ante el Tribunal de Justicia de la UE para anular la cláusula de “solidaridad obligatoria” aprobada por mayoría cualificada de los Estados miembros a principios de este año.
Para Praga, el asunto tiene implicaciones políticas y prácticas. La coalición de centro-derecha saliente del primer ministro Petr Fiala enfrenta críticas internas por no haber conseguido una exención permanente de las cuotas de redistribución; mientras tanto, el gobierno entrante liderado por ANO está bajo presión del partido ultraderechista Libertad y Democracia Directa (SPD) para adoptar una postura aún más dura. Las autoridades checas argumentan que el mercado laboral ya está tensionado por la presencia de 400,000 refugiados ucranianos y destacan que, en proporción a su población, República Checa alberga la cuarta mayor población extranjera de la UE.
Expertos legales señalan que el V4 tendrá dificultades para lograr la anulación total del reglamento, pero sí podría obtener un alivio parcial. Según el artículo 86 del Código de Fronteras Schengen, los Estados miembros pueden solicitar “formas individualizadas de solidaridad” si demuestran “limitaciones estructurales de capacidad”. En la práctica, esto permitiría a Praga sustituir la acogida directa de solicitantes de asilo por una contribución financiera a países en primera línea como Italia o España.
Los empleadores multinacionales que siguen el conflicto deben prepararse para un periodo prolongado de incertidumbre. Cualquier recurso judicial tomará al menos 18 meses, y hasta entonces, las empresas que trasladen personal a República Checa podrían enfrentar demoras en los trámites si los recursos consulares se destinan a gestionar casos de protección internacional. Los asesores en inmigración recomiendan prever un margen de cuatro a seis semanas en la planificación de fechas de inicio y estar atentos a posibles protestas callejeras que podrían afectar las fronteras terrestres con Polonia y Eslovaquia.
Aunque los cuatro países insisten en que su objeción es “de principios, no obstruccionista”, diplomáticos de la UE temen que la demanda judicial retrase la implementación del Pacto Europeo sobre Migración y Asilo, incluyendo reformas que beneficiarían la movilidad empresarial, como la emisión más rápida de visados de corta duración y la armonización de credenciales digitales de viaje. Un negociador checo de alto nivel dijo a Euronews que Praga aún espera “encontrar un compromiso político”, pero advirtió que forzar la cuestión “podría profundizar la división Este-Oeste en un momento en que Europa menos puede permitírselo.”
Para Praga, el asunto tiene implicaciones políticas y prácticas. La coalición de centro-derecha saliente del primer ministro Petr Fiala enfrenta críticas internas por no haber conseguido una exención permanente de las cuotas de redistribución; mientras tanto, el gobierno entrante liderado por ANO está bajo presión del partido ultraderechista Libertad y Democracia Directa (SPD) para adoptar una postura aún más dura. Las autoridades checas argumentan que el mercado laboral ya está tensionado por la presencia de 400,000 refugiados ucranianos y destacan que, en proporción a su población, República Checa alberga la cuarta mayor población extranjera de la UE.
Expertos legales señalan que el V4 tendrá dificultades para lograr la anulación total del reglamento, pero sí podría obtener un alivio parcial. Según el artículo 86 del Código de Fronteras Schengen, los Estados miembros pueden solicitar “formas individualizadas de solidaridad” si demuestran “limitaciones estructurales de capacidad”. En la práctica, esto permitiría a Praga sustituir la acogida directa de solicitantes de asilo por una contribución financiera a países en primera línea como Italia o España.
Los empleadores multinacionales que siguen el conflicto deben prepararse para un periodo prolongado de incertidumbre. Cualquier recurso judicial tomará al menos 18 meses, y hasta entonces, las empresas que trasladen personal a República Checa podrían enfrentar demoras en los trámites si los recursos consulares se destinan a gestionar casos de protección internacional. Los asesores en inmigración recomiendan prever un margen de cuatro a seis semanas en la planificación de fechas de inicio y estar atentos a posibles protestas callejeras que podrían afectar las fronteras terrestres con Polonia y Eslovaquia.
Aunque los cuatro países insisten en que su objeción es “de principios, no obstruccionista”, diplomáticos de la UE temen que la demanda judicial retrase la implementación del Pacto Europeo sobre Migración y Asilo, incluyendo reformas que beneficiarían la movilidad empresarial, como la emisión más rápida de visados de corta duración y la armonización de credenciales digitales de viaje. Un negociador checo de alto nivel dijo a Euronews que Praga aún espera “encontrar un compromiso político”, pero advirtió que forzar la cuestión “podría profundizar la división Este-Oeste en un momento en que Europa menos puede permitírselo.”










