
La reputación de Canadá como refugio seguro para los refugiados está "en riesgo", afirmó el exministro de inmigración Lloyd Axworthy a los periodistas en Ottawa el 14 de noviembre. La crítica de Axworthy surge en medio del debate parlamentario sobre el Proyecto de Ley C-12, la Ley para Fortalecer el Sistema de Inmigración y las Fronteras de Canadá, que permitiría a las autoridades cancelar solicitudes de asilo que lleven más de un año en trámite y otorgaría al ministro amplios poderes para suspender o revocar documentos de inmigración “en interés público”.
Axworthy, quien fue ministro de inmigración bajo dos primeros ministros liberales, sostuvo que el proyecto prioriza la imagen de control sobre los compromisos de Canadá con los derechos humanos. “Estamos básicamente retrocediendo a una burbuja”, advirtió, señalando que cobrar copagos a los refugiados por servicios dentales y medicamentos, además de depender del Acuerdo de Tercer País Seguro con Estados Unidos, socava los principios fundamentales de la Convención de Refugiados de la ONU. Instó al gobierno a eliminar dicho acuerdo, destacando los recientes cambios en la política estadounidense que han reducido drásticamente la admisión de refugiados.
Especialistas en movilidad y negocios advierten que la ley introduciría nuevos riesgos de cumplimiento para empleadores que trasladan talento a través de la frontera. “Los documentos de residencia permanente podrían ser suspendidos con poca antelación”, comentó un asesor en inmigración a Global Mobility News, recomendando a los equipos de recursos humanos auditar los casos pendientes y preparar planes de contingencia para viajes de empleados extranjeros clave. Las ONG temen que el proyecto aumente la litigiosidad y los retrasos, contrarrestando el objetivo declarado de Ottawa de un sistema más eficiente.
La intervención de Axworthy añade presión al primer ministro Mark Carney, quien ha presentado el Proyecto de Ley C-12 como respuesta a la creciente preocupación pública sobre la seguridad fronteriza y el fraude migratorio. Con un gobierno minoritario, Carney debe obtener el apoyo de conservadores o nuevos demócratas para aprobar la legislación. Se esperan audiencias intensas en los comités en las próximas semanas, con grupos de interés —desde defensores de refugiados hasta gestores de movilidad corporativa— buscando enmiendas que equilibren la seguridad con la necesidad económica de Canadá de recibir nuevos inmigrantes.
Para los empleadores, la recomendación práctica es mantenerse alerta: revisar los casos de expatriados y asignados, identificar a quienes podrían verse afectados por los poderes discrecionales del proyecto sobre asilo, permisos de trabajo o residencia permanente, y preparar a los ejecutivos que viajen para posibles controles documentales en los puntos de entrada si la C-12 se convierte en ley.
Axworthy, quien fue ministro de inmigración bajo dos primeros ministros liberales, sostuvo que el proyecto prioriza la imagen de control sobre los compromisos de Canadá con los derechos humanos. “Estamos básicamente retrocediendo a una burbuja”, advirtió, señalando que cobrar copagos a los refugiados por servicios dentales y medicamentos, además de depender del Acuerdo de Tercer País Seguro con Estados Unidos, socava los principios fundamentales de la Convención de Refugiados de la ONU. Instó al gobierno a eliminar dicho acuerdo, destacando los recientes cambios en la política estadounidense que han reducido drásticamente la admisión de refugiados.
Especialistas en movilidad y negocios advierten que la ley introduciría nuevos riesgos de cumplimiento para empleadores que trasladan talento a través de la frontera. “Los documentos de residencia permanente podrían ser suspendidos con poca antelación”, comentó un asesor en inmigración a Global Mobility News, recomendando a los equipos de recursos humanos auditar los casos pendientes y preparar planes de contingencia para viajes de empleados extranjeros clave. Las ONG temen que el proyecto aumente la litigiosidad y los retrasos, contrarrestando el objetivo declarado de Ottawa de un sistema más eficiente.
La intervención de Axworthy añade presión al primer ministro Mark Carney, quien ha presentado el Proyecto de Ley C-12 como respuesta a la creciente preocupación pública sobre la seguridad fronteriza y el fraude migratorio. Con un gobierno minoritario, Carney debe obtener el apoyo de conservadores o nuevos demócratas para aprobar la legislación. Se esperan audiencias intensas en los comités en las próximas semanas, con grupos de interés —desde defensores de refugiados hasta gestores de movilidad corporativa— buscando enmiendas que equilibren la seguridad con la necesidad económica de Canadá de recibir nuevos inmigrantes.
Para los empleadores, la recomendación práctica es mantenerse alerta: revisar los casos de expatriados y asignados, identificar a quienes podrían verse afectados por los poderes discrecionales del proyecto sobre asilo, permisos de trabajo o residencia permanente, y preparar a los ejecutivos que viajen para posibles controles documentales en los puntos de entrada si la C-12 se convierte en ley.










