
El panorama de la integración en Austria está a punto de cambiar de manera fundamental. En una conferencia de prensa en Viena el 13 de noviembre de 2025, la ministra de Integración, Claudia Plakolm (ÖVP), presentó un borrador de programa federal que ampliará los obligatorios “Werte- und Orientierungskurse” (cursos de valores y orientación) para refugiados reconocidos y beneficiarios de protección subsidiaria, pasando de los actuales tres días a cinco días consecutivos. La reforma, que aún requiere la aprobación final del gabinete pero cuenta con amplio respaldo de la coalición, está prevista para entrar en vigor el 1 de enero de 2026.
El nuevo currículo constará de cinco módulos temáticos: “Alemán y Educación”, “Trabajo y Responsabilidad Personal”, “Estado y Democracia”, “Seguridad y Cohesión” y “Pertenencia y Voluntariado”. Cada bloque combinará clases teóricas con talleres prácticos y excursiones; las visitas planificadas incluyen desde memoriales del Holocausto hasta cuerpos locales de bomberos voluntarios. Se ofrecerá interpretación simultánea en once idiomas para garantizar la comprensión. Al finalizar, los participantes deberán firmar una nueva “Declaración de Integración” de diez puntos, comprometiéndose a respetar el estado de derecho, la igualdad de género y las costumbres austriacas, a aprender alemán con dedicación, buscar empleo y oponerse activamente a la discriminación.
El incumplimiento de la asistencia completa o la negativa a firmar la declaración activará sanciones progresivas. Estas comienzan con reducciones en los beneficios de integración y pueden escalar hasta multas administrativas y, en última instancia, la retirada del permiso de residencia. Según el Fondo Austriaco de Integración (ÖIF), la fase piloto —probada con 900 participantes en Baja Austria y Estiria a principios de este año— mostró una tasa de asistencia del 92% y comentarios positivos de empleadores que participaron en los módulos de habilidades laborales.
Las implicaciones para el sector empresarial son significativas. Muchas multinacionales dependen de refugiados para cubrir vacantes de nivel inicial en logística, hostelería y manufactura. Los departamentos de recursos humanos deberán ajustar los tiempos de incorporación, ya que los nuevos empleados podrían pasar una semana laboral completa en clase antes de comenzar a trabajar. Como ventaja, las empresas recibirán un certificado estandarizado de finalización del curso y la firma de la declaración de integración, lo que hará más predecibles las verificaciones de cumplimiento para la renovación de la Tarjeta Roja-Blanca-Roja.
La postura más estricta también responde a la presión política por un enfoque de “exigir y fomentar”. La ministra Plakolm subrayó que la integración es “un deber, no una invitación”, en sintonía con el énfasis del ministro del Interior, Gerhard Karner, en la reducción de las cifras de asilo. Las ONG valoraron el currículo más completo, pero advirtieron que los elementos coercitivos podrían ser contraproducentes si no se acompañan de suficiente capacidad para el aprendizaje del idioma y apoyo en el cuidado infantil. En las próximas seis semanas, la comisión parlamentaria de migración revisará el decreto, aunque los observadores esperan solo modificaciones menores antes de su aprobación definitiva.
El nuevo currículo constará de cinco módulos temáticos: “Alemán y Educación”, “Trabajo y Responsabilidad Personal”, “Estado y Democracia”, “Seguridad y Cohesión” y “Pertenencia y Voluntariado”. Cada bloque combinará clases teóricas con talleres prácticos y excursiones; las visitas planificadas incluyen desde memoriales del Holocausto hasta cuerpos locales de bomberos voluntarios. Se ofrecerá interpretación simultánea en once idiomas para garantizar la comprensión. Al finalizar, los participantes deberán firmar una nueva “Declaración de Integración” de diez puntos, comprometiéndose a respetar el estado de derecho, la igualdad de género y las costumbres austriacas, a aprender alemán con dedicación, buscar empleo y oponerse activamente a la discriminación.
El incumplimiento de la asistencia completa o la negativa a firmar la declaración activará sanciones progresivas. Estas comienzan con reducciones en los beneficios de integración y pueden escalar hasta multas administrativas y, en última instancia, la retirada del permiso de residencia. Según el Fondo Austriaco de Integración (ÖIF), la fase piloto —probada con 900 participantes en Baja Austria y Estiria a principios de este año— mostró una tasa de asistencia del 92% y comentarios positivos de empleadores que participaron en los módulos de habilidades laborales.
Las implicaciones para el sector empresarial son significativas. Muchas multinacionales dependen de refugiados para cubrir vacantes de nivel inicial en logística, hostelería y manufactura. Los departamentos de recursos humanos deberán ajustar los tiempos de incorporación, ya que los nuevos empleados podrían pasar una semana laboral completa en clase antes de comenzar a trabajar. Como ventaja, las empresas recibirán un certificado estandarizado de finalización del curso y la firma de la declaración de integración, lo que hará más predecibles las verificaciones de cumplimiento para la renovación de la Tarjeta Roja-Blanca-Roja.
La postura más estricta también responde a la presión política por un enfoque de “exigir y fomentar”. La ministra Plakolm subrayó que la integración es “un deber, no una invitación”, en sintonía con el énfasis del ministro del Interior, Gerhard Karner, en la reducción de las cifras de asilo. Las ONG valoraron el currículo más completo, pero advirtieron que los elementos coercitivos podrían ser contraproducentes si no se acompañan de suficiente capacidad para el aprendizaje del idioma y apoyo en el cuidado infantil. En las próximas seis semanas, la comisión parlamentaria de migración revisará el decreto, aunque los observadores esperan solo modificaciones menores antes de su aprobación definitiva.








