
El Grupo de Operaciones Especiales (SOG) de Gujarat anunció el 12 de noviembre la detención de Zareek Ahmed Khan, un agente con base en Delhi, acusado de ser el cerebro detrás de una red de tráfico de personas que dejó a cuatro habitantes de un pueblo de Gandhinagar secuestrados en Teherán. Las víctimas, entre ellas una pareja joven, pagaron más de ₹18 lakh cada uno por lo que creían era una vía rápida hacia Australia a través de Irán.
Sin embargo, intermediarios iraníes los mantuvieron cautivos durante 11 días, exigiendo un rescate adicional a sus familias en India. Fueron liberados el 27 de octubre tras la intervención de canales diplomáticos indios, pero el caso desató una investigación interestatal. Los equipos del SOG rastrearon a Khan mediante registros de transferencias de dinero y lo arrestaron en Delhi; sus cómplices en Uttar Pradesh siguen prófugos.
Las pruebas preliminares indican que la red producía pasaportes y visas de tránsito falsificados, canalizando a los migrantes a través de Dubái y la isla Kish antes de trasladarlos en embarcaciones pesqueras hacia Australia. El sindicato supuestamente publicitaba en grupos de WhatsApp populares entre buscadores de empleo, prometiendo “residencia permanente al llegar” y cobrando hasta ₹25 lakh por persona.
La policía ha imputado a Khan bajo las disposiciones de la nueva Ley de Inmigración y Extranjeros de India, que contempla penas de hasta siete años por documentos de viaje falsificados y trata de personas. Las autoridades coordinan con Interpol para rastrear a colaboradores iraníes y australianos.
Para los gestores de movilidad, este caso es un recordatorio contundente de la importancia de verificar a los proveedores externos de reubicación y educar a los trabajadores sobre los riesgos de rutas migratorias irregulares que pueden frustrar asignaciones legítimas en el extranjero y exponer a las empresas a responsabilidades legales.
Sin embargo, intermediarios iraníes los mantuvieron cautivos durante 11 días, exigiendo un rescate adicional a sus familias en India. Fueron liberados el 27 de octubre tras la intervención de canales diplomáticos indios, pero el caso desató una investigación interestatal. Los equipos del SOG rastrearon a Khan mediante registros de transferencias de dinero y lo arrestaron en Delhi; sus cómplices en Uttar Pradesh siguen prófugos.
Las pruebas preliminares indican que la red producía pasaportes y visas de tránsito falsificados, canalizando a los migrantes a través de Dubái y la isla Kish antes de trasladarlos en embarcaciones pesqueras hacia Australia. El sindicato supuestamente publicitaba en grupos de WhatsApp populares entre buscadores de empleo, prometiendo “residencia permanente al llegar” y cobrando hasta ₹25 lakh por persona.
La policía ha imputado a Khan bajo las disposiciones de la nueva Ley de Inmigración y Extranjeros de India, que contempla penas de hasta siete años por documentos de viaje falsificados y trata de personas. Las autoridades coordinan con Interpol para rastrear a colaboradores iraníes y australianos.
Para los gestores de movilidad, este caso es un recordatorio contundente de la importancia de verificar a los proveedores externos de reubicación y educar a los trabajadores sobre los riesgos de rutas migratorias irregulares que pueden frustrar asignaciones legítimas en el extranjero y exponer a las empresas a responsabilidades legales.









