
La Comisión Europea publicó el 11 de noviembre de 2025 su primer informe anual de gestión sobre el próximo Pacto de Migración y Asilo. En él, Bruselas confirma que Italia—junto con Grecia, Chipre y España—calificará para el “fondo de solidaridad” del Pacto una vez que la legislación entre en vigor a mediados de 2026. Este mecanismo permitirá a los Estados miembros en primera línea, que enfrenten un “número desproporcionado de llegadas”, solicitar la reubicación de solicitantes de asilo a otros países de la UE o recibir apoyo financiero específico. Italia ha registrado más de 150,000 llegadas por mar en lo que va del año, el doble que hace cinco años, lo que ha tensionado las instalaciones de acogida en Sicilia y Calabria.
Para reforzar la vigilancia fronteriza, la Comisión anunció que lanzará una licitación de 250 millones de euros para la compra conjunta de sistemas de drones y anti-drones. Los fondos, provenientes del Instrumento de Gestión de Fronteras y Visados, estarán abiertos a consorcios formados por autoridades de los Estados miembros y proveedores privados. Fuentes del Ministerio del Interior en Roma valoraron positivamente la medida, subrayando que la división aérea y marítima de la Guardia di Finanza necesita UAVs de larga duración para monitorear las pequeñas embarcaciones que parten desde Túnez y Libia.
Dentro del fondo de solidaridad, Italia podrá solicitar a otros gobiernos de la UE la reubicación de solicitantes de asilo, el pago de una contribución de 20,000 euros por cada solicitante no reubicado, o asistencia operativa como agentes de Frontex. Analistas de políticas migratorias destacan que, a diferencia de los compromisos puntuales de años anteriores, este nuevo sistema será legalmente vinculante y respaldado por procedimientos de infracción si los Estados se niegan a compartir la carga.
Para los responsables de movilidad corporativa, el anuncio tiene importancia en dos aspectos. Primero, una distribución de cargas más predecible en la UE podría aliviar la presión política sobre Italia para imponer controles fronterizos repentinos que interrumpen los viajes de negocios transfronterizos—especialmente en la frontera con Eslovenia, donde se han reintroducido controles desde junio. Segundo, la inversión de la Comisión en tecnología de vigilancia podría traducirse en procesos más rápidos en aeropuertos y puertos, con la implementación de puertas biométricas de entrada/salida junto con herramientas de monitoreo aéreo.
Dicho esto, el alivio práctico no será inmediato. El Pacto aún se está finalizando en las negociaciones trilógicas y solo entrará en vigor a mediados de 2026. Por lo tanto, las empresas que envíen personal a Italia o que transiten por el país deberían seguir considerando posibles retrasos en las fronteras terrestres del espacio Schengen en sus políticas de viaje durante al menos los próximos 18 meses.
Para reforzar la vigilancia fronteriza, la Comisión anunció que lanzará una licitación de 250 millones de euros para la compra conjunta de sistemas de drones y anti-drones. Los fondos, provenientes del Instrumento de Gestión de Fronteras y Visados, estarán abiertos a consorcios formados por autoridades de los Estados miembros y proveedores privados. Fuentes del Ministerio del Interior en Roma valoraron positivamente la medida, subrayando que la división aérea y marítima de la Guardia di Finanza necesita UAVs de larga duración para monitorear las pequeñas embarcaciones que parten desde Túnez y Libia.
Dentro del fondo de solidaridad, Italia podrá solicitar a otros gobiernos de la UE la reubicación de solicitantes de asilo, el pago de una contribución de 20,000 euros por cada solicitante no reubicado, o asistencia operativa como agentes de Frontex. Analistas de políticas migratorias destacan que, a diferencia de los compromisos puntuales de años anteriores, este nuevo sistema será legalmente vinculante y respaldado por procedimientos de infracción si los Estados se niegan a compartir la carga.
Para los responsables de movilidad corporativa, el anuncio tiene importancia en dos aspectos. Primero, una distribución de cargas más predecible en la UE podría aliviar la presión política sobre Italia para imponer controles fronterizos repentinos que interrumpen los viajes de negocios transfronterizos—especialmente en la frontera con Eslovenia, donde se han reintroducido controles desde junio. Segundo, la inversión de la Comisión en tecnología de vigilancia podría traducirse en procesos más rápidos en aeropuertos y puertos, con la implementación de puertas biométricas de entrada/salida junto con herramientas de monitoreo aéreo.
Dicho esto, el alivio práctico no será inmediato. El Pacto aún se está finalizando en las negociaciones trilógicas y solo entrará en vigor a mediados de 2026. Por lo tanto, las empresas que envíen personal a Italia o que transiten por el país deberían seguir considerando posibles retrasos en las fronteras terrestres del espacio Schengen en sus políticas de viaje durante al menos los próximos 18 meses.









