
El 11 de noviembre, Richard Murray, director de la Autoridad de Aviación Civil del Reino Unido, advirtió que las incursiones de drones que cerraron los aeropuertos de Bruselas y Lieja a principios de este mes demuestran que ataques similares en aeropuertos del Reino Unido son “cuestión de cuándo, no de si”. Estas declaraciones fueron publicadas por el medio especializado en drones DroneXL y hacen referencia a los múltiples cierres que dejaron varados a cientos de pasajeros y desviaron vuelos entre el 4 y el 8 de noviembre en Bélgica.
El artículo detalla cómo las autoridades belgas detuvieron las operaciones en dos ocasiones en 72 horas tras detectar drones no identificados cerca de las rutas de aproximación final. Los incidentes provocaron una reunión de emergencia del Consejo Nacional de Seguridad belga y solicitudes de ayuda internacional; desde entonces, el Reino Unido ha desplegado especialistas y equipos antidrone de la Real Fuerza Aérea en Bélgica.
Para los gestores de movilidad global, este episodio pone de manifiesto un riesgo creciente en la seguridad aérea que puede paralizar vuelos al instante, generando retrasos en cascada en la red de hubs interconectados de Europa. Aunque los cierres en Bélgica duraron entre 30 y 60 minutos cada uno, causaron la pérdida de conexiones intercontinentales y obligaron a los operadores de carga a reprogramar vuelos nocturnos, cruciales para el sector farmacéutico belga.
La declaración de la Autoridad de Aviación Civil del Reino Unido eleva la interrupción causada por drones de un problema local a una prioridad política paneuropea. El aeropuerto de Bruselas ya ha destinado 50 millones de euros para sistemas avanzados de detección y bloqueo, con el objetivo de tener operativo un Centro Nacional de Seguridad del Espacio Aéreo para el 1 de enero de 2026. Aerolíneas y aseguradoras de viajes están revisando las cláusulas de fuerza mayor, mientras que los equipos de seguridad corporativa actualizan sus protocolos de gestión de crisis para incluir cierres del espacio aéreo relacionados con drones.
El artículo detalla cómo las autoridades belgas detuvieron las operaciones en dos ocasiones en 72 horas tras detectar drones no identificados cerca de las rutas de aproximación final. Los incidentes provocaron una reunión de emergencia del Consejo Nacional de Seguridad belga y solicitudes de ayuda internacional; desde entonces, el Reino Unido ha desplegado especialistas y equipos antidrone de la Real Fuerza Aérea en Bélgica.
Para los gestores de movilidad global, este episodio pone de manifiesto un riesgo creciente en la seguridad aérea que puede paralizar vuelos al instante, generando retrasos en cascada en la red de hubs interconectados de Europa. Aunque los cierres en Bélgica duraron entre 30 y 60 minutos cada uno, causaron la pérdida de conexiones intercontinentales y obligaron a los operadores de carga a reprogramar vuelos nocturnos, cruciales para el sector farmacéutico belga.
La declaración de la Autoridad de Aviación Civil del Reino Unido eleva la interrupción causada por drones de un problema local a una prioridad política paneuropea. El aeropuerto de Bruselas ya ha destinado 50 millones de euros para sistemas avanzados de detección y bloqueo, con el objetivo de tener operativo un Centro Nacional de Seguridad del Espacio Aéreo para el 1 de enero de 2026. Aerolíneas y aseguradoras de viajes están revisando las cláusulas de fuerza mayor, mientras que los equipos de seguridad corporativa actualizan sus protocolos de gestión de crisis para incluir cierres del espacio aéreo relacionados con drones.








