
La cuarta semana del cierre del gobierno de EE. UU. está afectando directamente los viajes aéreos: el lunes 10 de noviembre, las aerolíneas cancelaron más de 1,500 vuelos tras la orden de la Administración Federal de Aviación (FAA) de reducir las operaciones diarias hasta en un 10 % en 12 grandes centros, incluyendo Chicago O’Hare, JFK y LAX.
Con 2,950 cancelaciones el día anterior, los analistas del sector califican esta interrupción como la peor desde que comenzó el cierre el 1 de octubre. La orden de la FAA responde a una grave escasez de controladores de tráfico aéreo, muchos de los cuales están reportándose enfermos tras semanas sin recibir pago. Una tormenta invernal en el Medio Oeste agravó los retrasos, pero las autoridades insisten en que la principal amenaza para la seguridad es la falta de personal, no el clima.
El secretario de Transporte, Sean Duffy, declaró a los medios que los recortes llegarán al límite del 10 % para el 14 de noviembre, a menos que el Congreso apruebe un proyecto de financiamiento. Aunque Duffy se comprometió a proteger las rutas internacionales para cumplir con tratados bilaterales, especialistas en viajes de negocios señalan que ya se están cancelando los tramos domésticos que conectan con esos vuelos de larga distancia, obligando a los ejecutivos a aceptar itinerarios con múltiples escalas o a recurrir a videollamadas.
Los gestores de viajes corporativos están apresurándose a reprogramar reuniones, redirigir traslados de expatriados y extender estancias en hoteles para empleados varados. Los viajeros inscritos en programas como Global Entry o CLEAR siguen sujetos a las mismas restricciones aeroportuarias, lo que reduce los beneficios de estos programas de viajeros confiables. Las empresas deben actualizar diariamente sus plataformas de cuidado del empleado, asegurar boletos flexibles cuando sea posible y preparar a sus empleados para posibles aumentos en los viáticos.
Las aerolíneas están presionando para obtener exenciones específicas, argumentando que los recortes prolongados en la capacidad podrían costar al sector más de 400 millones de dólares por semana. A menos que el Congreso actúe pronto, los analistas advierten sobre un escenario de “reducción drástica” durante el ajetreado período de Acción de Gracias, un desenlace que generaría efectos en cadena para la carga, productos perecederos y viajes de proyectos con plazos ajustados.
Con 2,950 cancelaciones el día anterior, los analistas del sector califican esta interrupción como la peor desde que comenzó el cierre el 1 de octubre. La orden de la FAA responde a una grave escasez de controladores de tráfico aéreo, muchos de los cuales están reportándose enfermos tras semanas sin recibir pago. Una tormenta invernal en el Medio Oeste agravó los retrasos, pero las autoridades insisten en que la principal amenaza para la seguridad es la falta de personal, no el clima.
El secretario de Transporte, Sean Duffy, declaró a los medios que los recortes llegarán al límite del 10 % para el 14 de noviembre, a menos que el Congreso apruebe un proyecto de financiamiento. Aunque Duffy se comprometió a proteger las rutas internacionales para cumplir con tratados bilaterales, especialistas en viajes de negocios señalan que ya se están cancelando los tramos domésticos que conectan con esos vuelos de larga distancia, obligando a los ejecutivos a aceptar itinerarios con múltiples escalas o a recurrir a videollamadas.
Los gestores de viajes corporativos están apresurándose a reprogramar reuniones, redirigir traslados de expatriados y extender estancias en hoteles para empleados varados. Los viajeros inscritos en programas como Global Entry o CLEAR siguen sujetos a las mismas restricciones aeroportuarias, lo que reduce los beneficios de estos programas de viajeros confiables. Las empresas deben actualizar diariamente sus plataformas de cuidado del empleado, asegurar boletos flexibles cuando sea posible y preparar a sus empleados para posibles aumentos en los viáticos.
Las aerolíneas están presionando para obtener exenciones específicas, argumentando que los recortes prolongados en la capacidad podrían costar al sector más de 400 millones de dólares por semana. A menos que el Congreso actúe pronto, los analistas advierten sobre un escenario de “reducción drástica” durante el ajetreado período de Acción de Gracias, un desenlace que generaría efectos en cadena para la carga, productos perecederos y viajes de proyectos con plazos ajustados.










