
Un alto ministro laborista ha advertido al Ministerio del Interior que las prisiones del Reino Unido podrían perder a cientos de oficiales experimentados en cuestión de semanas debido a un cambio en la normativa veraniega que elevó el umbral salarial para trabajadores cualificados a £41,700. El salario inicial promedio para oficiales de prisiones fuera de Londres es de aproximadamente £33,000. Al renovar sus visados, al personal extranjero se les está negando la solicitud por no alcanzar el nuevo mínimo salarial. Cartas vistas por los directores de prisiones instruyen a los oficiales afectados a cesar sus labores inmediatamente una vez expire su permiso.
La medida ya está afectando a cárceles remotas y de alta seguridad que dependen en gran medida de reclutas internacionales. Solo Nigeria aportó unos 700 oficiales el año pasado, casi un tercio del total de ingresos. Los directores temen que estas salidas forzadas agraven la violencia, el contrabando de drogas y el agotamiento del personal en un sistema que ha lidiado con vacantes crónicas desde la pandemia.
Lord Timpson, quien alertó en la Cámara de los Lores, ha instado a la ministra del Interior, Shabana Mahmood, a conceder una exención o una medida transitoria. El secretario de Justicia, David Lammy, apoya una excepción, argumentando que la seguridad podría verse comprometida si se retira masivamente al personal capacitado. Sin embargo, el Ministerio del Interior sostiene que debe priorizarse la contratación nacional y destaca el récord de solicitudes de ciudadanos británicos tras una reciente revisión salarial.
Para los equipos de movilidad corporativa, este episodio es un recordatorio contundente de que los cambios en políticas anunciadas pueden generar riesgos operativos ocultos cuando los trabajadores migrantes ocupan puestos difíciles de cubrir. Los empleadores que patrocinan visados Tier R (Religioso), de Trabajador de ONG o de Movilidad Global de Negocios deberían evaluar sus escalas salariales frente a futuros incrementos y preparar planes de contingencia para posibles vacíos repentinos en la plantilla.
Si no se acuerda ninguna exención, las prisiones podrían verse obligadas a aumentar salarios o reclasificar puestos para retener al personal, medidas que podrían repercutir en otros sectores públicos que compiten por habilidades similares. Las empresas privadas de seguridad y las firmas de gestión de instalaciones que apoyan a las prisiones siguen la situación de cerca, temiendo escasez de mano de obra y aumento de costos en cadena.
La medida ya está afectando a cárceles remotas y de alta seguridad que dependen en gran medida de reclutas internacionales. Solo Nigeria aportó unos 700 oficiales el año pasado, casi un tercio del total de ingresos. Los directores temen que estas salidas forzadas agraven la violencia, el contrabando de drogas y el agotamiento del personal en un sistema que ha lidiado con vacantes crónicas desde la pandemia.
Lord Timpson, quien alertó en la Cámara de los Lores, ha instado a la ministra del Interior, Shabana Mahmood, a conceder una exención o una medida transitoria. El secretario de Justicia, David Lammy, apoya una excepción, argumentando que la seguridad podría verse comprometida si se retira masivamente al personal capacitado. Sin embargo, el Ministerio del Interior sostiene que debe priorizarse la contratación nacional y destaca el récord de solicitudes de ciudadanos británicos tras una reciente revisión salarial.
Para los equipos de movilidad corporativa, este episodio es un recordatorio contundente de que los cambios en políticas anunciadas pueden generar riesgos operativos ocultos cuando los trabajadores migrantes ocupan puestos difíciles de cubrir. Los empleadores que patrocinan visados Tier R (Religioso), de Trabajador de ONG o de Movilidad Global de Negocios deberían evaluar sus escalas salariales frente a futuros incrementos y preparar planes de contingencia para posibles vacíos repentinos en la plantilla.
Si no se acuerda ninguna exención, las prisiones podrían verse obligadas a aumentar salarios o reclasificar puestos para retener al personal, medidas que podrían repercutir en otros sectores públicos que compiten por habilidades similares. Las empresas privadas de seguridad y las firmas de gestión de instalaciones que apoyan a las prisiones siguen la situación de cerca, temiendo escasez de mano de obra y aumento de costos en cadena.






