
China ha lanzado oficialmente su tan esperado visado K, una nueva categoría migratoria diseñada específicamente para profesionales altamente cualificados en ciencia y tecnología. A partir del 10 de noviembre de 2025, este visado se presenta como la respuesta de Pekín al H-1B estadounidense, eliminando la necesidad de que los solicitantes tengan una oferta de trabajo previa y ofreciendo un proceso simplificado basado en puntos para estancias de varios años en China.
Las autoridades indican que este programa busca cubrir las persistentes carencias de talento en inteligencia artificial, semiconductores avanzados, biofarmacéutica y robótica, sectores clave para la agenda gubernamental de las “nuevas fuerzas productivas”. A diferencia del visado R para “expertos extranjeros”, los solicitantes del visado K pueden autopostularse si cumplen con criterios mínimos en formación académica, patentes o premios reconocidos en la industria. La Administración Nacional de Inmigración (NIA) gestionará el programa con apoyo de las oficinas provinciales de ciencia y tecnología, permitiendo cuotas piloto locales que podrán ampliarse si se demuestran escasez de mano de obra.
Para las empresas multinacionales, la ventaja inmediata es la flexibilidad: los equipos de recursos humanos podrán incorporar ingenieros o científicos de datos para proyectos específicos sin necesidad de un contrato laboral chino previo. Firmas líderes en movilidad, como Newland Chase, reportan un aumento “triplicado” en consultas desde India, el sudeste asiático y Europa tras la confirmación de las reglas finales la semana pasada. Sin embargo, las estructuras salariales deberán cumplir con las regulaciones chinas de seguridad social una vez el empleado esté en el país, y los solicitantes deben superar controles médicos y de seguridad estándar.
La reacción interna ha sido mixta. Los graduados chinos, enfrentados a una tasa de desempleo juvenil cercana al 18%, temen que la llegada de talento extranjero aumente la competencia, mientras que grupos industriales argumentan que el conocimiento foráneo generará empleos indirectos y acelerará la localización de la manufactura avanzada. Los analistas advierten que barreras lingüísticas, restricciones en internet y la falta de un camino claro hacia la residencia permanente podrían moderar el entusiasmo inicial, aunque coinciden en que el visado K es el paso más audaz de China en reclutamiento de talento desde la introducción del visado R en 2018.
En la práctica, los responsables de movilidad deben actualizar las políticas de asignación para reflejar los nuevos requisitos documentales (especialmente un currículum notariado y pruebas de logros profesionales) y seguir de cerca las circulares ministeriales sobre la asignación de cuotas por provincia. Los primeros en adoptar esta modalidad serán probablemente los principales centros tecnológicos de primer nivel —Beijing, Shanghái, Shenzhen y Hangzhou— donde las autoridades locales ya han inaugurado ventanillas únicas de servicio para el visado K.
Las autoridades indican que este programa busca cubrir las persistentes carencias de talento en inteligencia artificial, semiconductores avanzados, biofarmacéutica y robótica, sectores clave para la agenda gubernamental de las “nuevas fuerzas productivas”. A diferencia del visado R para “expertos extranjeros”, los solicitantes del visado K pueden autopostularse si cumplen con criterios mínimos en formación académica, patentes o premios reconocidos en la industria. La Administración Nacional de Inmigración (NIA) gestionará el programa con apoyo de las oficinas provinciales de ciencia y tecnología, permitiendo cuotas piloto locales que podrán ampliarse si se demuestran escasez de mano de obra.
Para las empresas multinacionales, la ventaja inmediata es la flexibilidad: los equipos de recursos humanos podrán incorporar ingenieros o científicos de datos para proyectos específicos sin necesidad de un contrato laboral chino previo. Firmas líderes en movilidad, como Newland Chase, reportan un aumento “triplicado” en consultas desde India, el sudeste asiático y Europa tras la confirmación de las reglas finales la semana pasada. Sin embargo, las estructuras salariales deberán cumplir con las regulaciones chinas de seguridad social una vez el empleado esté en el país, y los solicitantes deben superar controles médicos y de seguridad estándar.
La reacción interna ha sido mixta. Los graduados chinos, enfrentados a una tasa de desempleo juvenil cercana al 18%, temen que la llegada de talento extranjero aumente la competencia, mientras que grupos industriales argumentan que el conocimiento foráneo generará empleos indirectos y acelerará la localización de la manufactura avanzada. Los analistas advierten que barreras lingüísticas, restricciones en internet y la falta de un camino claro hacia la residencia permanente podrían moderar el entusiasmo inicial, aunque coinciden en que el visado K es el paso más audaz de China en reclutamiento de talento desde la introducción del visado R en 2018.
En la práctica, los responsables de movilidad deben actualizar las políticas de asignación para reflejar los nuevos requisitos documentales (especialmente un currículum notariado y pruebas de logros profesionales) y seguir de cerca las circulares ministeriales sobre la asignación de cuotas por provincia. Los primeros en adoptar esta modalidad serán probablemente los principales centros tecnológicos de primer nivel —Beijing, Shanghái, Shenzhen y Hangzhou— donde las autoridades locales ya han inaugurado ventanillas únicas de servicio para el visado K.








