
En un aviso publicado en el Registro Federal el 5 de noviembre, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) puso fin al Estatus de Protección Temporal (TPS) para aproximadamente 5,000 ciudadanos sudsudaneses que han vivido y trabajado legalmente en Estados Unidos desde que estalló la guerra civil en 2011. Los beneficiarios tienen ahora 60 días —hasta principios de enero de 2026— para salir del país, cambiar su estatus migratorio o enfrentar la deportación.
Esta medida sigue la estrategia más amplia de la administración Trump de eliminar progresivamente las protecciones humanitarias para varios grupos, incluidos haitianos, nicaragüenses y venezolanos. El DHS argumenta que la seguridad en Sudán del Sur ha “mejorado lo suficiente”, aunque las Naciones Unidas advierten que el acuerdo de paz de 2018 está en riesgo y que el 75% de la población necesita ayuda humanitaria.
Para los empleadores, esta decisión representa un desafío en términos de cumplimiento y planificación de la fuerza laboral. Los beneficiarios del TPS cuentan con autorización laboral sin restricciones; una vez que se termina esta designación, el personal afectado pierde ese beneficio a menos que obtenga otro estatus, como H-1B, patrocinio familiar o protección como refugiado o asilado. Las empresas deben actualizar los registros I-9 antes de la fecha límite y podrían tener que ofrecer asistencia legal o paquetes de indemnización.
Los abogados de inmigración anticipan litigios, señalando que terminaciones previas del TPS bajo la administración Trump fueron bloqueadas por tribunales debido a revisiones humanitarias insuficientes. Mientras tanto, grupos de defensa instan al Congreso a otorgar residencia permanente a los beneficiarios de TPS de larga duración que tienen hijos nacidos en EE. UU. y fuertes lazos comunitarios.
La revocación del TPS para Sudán del Sur añade incertidumbre a los programas de movilidad global que dependen de talento con TPS en sectores como construcción, salud y logística, que ya enfrentan escasez de trabajadores. Los empleadores deben auditar de inmediato sus listas de empleados extranjeros y preparar planes de contingencia.
Esta medida sigue la estrategia más amplia de la administración Trump de eliminar progresivamente las protecciones humanitarias para varios grupos, incluidos haitianos, nicaragüenses y venezolanos. El DHS argumenta que la seguridad en Sudán del Sur ha “mejorado lo suficiente”, aunque las Naciones Unidas advierten que el acuerdo de paz de 2018 está en riesgo y que el 75% de la población necesita ayuda humanitaria.
Para los empleadores, esta decisión representa un desafío en términos de cumplimiento y planificación de la fuerza laboral. Los beneficiarios del TPS cuentan con autorización laboral sin restricciones; una vez que se termina esta designación, el personal afectado pierde ese beneficio a menos que obtenga otro estatus, como H-1B, patrocinio familiar o protección como refugiado o asilado. Las empresas deben actualizar los registros I-9 antes de la fecha límite y podrían tener que ofrecer asistencia legal o paquetes de indemnización.
Los abogados de inmigración anticipan litigios, señalando que terminaciones previas del TPS bajo la administración Trump fueron bloqueadas por tribunales debido a revisiones humanitarias insuficientes. Mientras tanto, grupos de defensa instan al Congreso a otorgar residencia permanente a los beneficiarios de TPS de larga duración que tienen hijos nacidos en EE. UU. y fuertes lazos comunitarios.
La revocación del TPS para Sudán del Sur añade incertidumbre a los programas de movilidad global que dependen de talento con TPS en sectores como construcción, salud y logística, que ya enfrentan escasez de trabajadores. Los empleadores deben auditar de inmediato sus listas de empleados extranjeros y preparar planes de contingencia.









