
La batalla de Bélgica contra drones no identificados, que ya lleva una semana, se intensificó el domingo 9 de noviembre cuando Reino Unido accedió a enviar personal especializado y equipos antidrone a petición de las fuerzas armadas belgas. El jefe del ejército británico, el Mariscal del Aire Sir Richard Knighton, declaró a la BBC que técnicos y equipos de guerra electrónica ya están en camino a Bruselas para reforzar los equipos de seguridad locales.
Desde el 4 de noviembre, drones han penetrado repetidamente el espacio aéreo restringido sobre los aeropuertos de Bruselas y Lieja, lo que ha obligado a desviar o cancelar decenas de vuelos comerciales y ha dejado a cientos de viajeros varados durante la noche. Estos incidentes coincidieron con actividad de drones sobre la base aérea Kleine-Brogel, que alberga armas nucleares estadounidenses, lo que llevó al Consejo Nacional de Seguridad de Bélgica a convocar una sesión de emergencia el 6 de noviembre.
Aunque ningún grupo ha reivindicado la autoría, el ministro de Defensa, Theo Francken, ha vinculado públicamente estos ataques a tácticas de presión “híbridas” supuestamente empleadas por Rusia, en medio del debate en Bruselas sobre el uso de activos rusos congelados en la entidad financiera belga Euroclear para financiar préstamos a Ucrania. Moscú ha negado cualquier implicación.
En la práctica, estas medidas implican que los ejecutivos que viajen deben esperar una mayor presencia de seguridad y posibles controles aleatorios en los dos aeropuertos más grandes de Bélgica, mientras las aerolíneas ajustan sus horarios para incluir tiempos de margen ante cierres inesperados. Eurocontrol ha aconsejado a las empresas que trasladan personal o carga de alto valor por el aeropuerto de Bruselas presentar planes de vuelo flexibles y considerar rutas alternativas a través de Ámsterdam o París hasta que la situación se estabilice.
Para los responsables de movilidad, este episodio subraya la creciente intersección entre la geopolítica y los riesgos en los viajes de negocios. Se recomienda a las organizaciones actualizar los protocolos de seguimiento de empleados y asegurarse de que los viajeros lleven identificación válida para el espacio Schengen, en caso de desvíos a países vecinos.
Desde el 4 de noviembre, drones han penetrado repetidamente el espacio aéreo restringido sobre los aeropuertos de Bruselas y Lieja, lo que ha obligado a desviar o cancelar decenas de vuelos comerciales y ha dejado a cientos de viajeros varados durante la noche. Estos incidentes coincidieron con actividad de drones sobre la base aérea Kleine-Brogel, que alberga armas nucleares estadounidenses, lo que llevó al Consejo Nacional de Seguridad de Bélgica a convocar una sesión de emergencia el 6 de noviembre.
Aunque ningún grupo ha reivindicado la autoría, el ministro de Defensa, Theo Francken, ha vinculado públicamente estos ataques a tácticas de presión “híbridas” supuestamente empleadas por Rusia, en medio del debate en Bruselas sobre el uso de activos rusos congelados en la entidad financiera belga Euroclear para financiar préstamos a Ucrania. Moscú ha negado cualquier implicación.
En la práctica, estas medidas implican que los ejecutivos que viajen deben esperar una mayor presencia de seguridad y posibles controles aleatorios en los dos aeropuertos más grandes de Bélgica, mientras las aerolíneas ajustan sus horarios para incluir tiempos de margen ante cierres inesperados. Eurocontrol ha aconsejado a las empresas que trasladan personal o carga de alto valor por el aeropuerto de Bruselas presentar planes de vuelo flexibles y considerar rutas alternativas a través de Ámsterdam o París hasta que la situación se estabilice.
Para los responsables de movilidad, este episodio subraya la creciente intersección entre la geopolítica y los riesgos en los viajes de negocios. Se recomienda a las organizaciones actualizar los protocolos de seguimiento de empleados y asegurarse de que los viajeros lleven identificación válida para el espacio Schengen, en caso de desvíos a países vecinos.








