
Finnair publicó su informe de desempeño de tráfico de octubre de 2025 el 6 de noviembre, ofreciendo la imagen más clara hasta ahora de cómo la aerolínea bandera de Finlandia está reposicionando su red tras dos años turbulentos. En octubre, la compañía transportó a 1.034.500 pasajeros, un 1,2 % más que el año anterior, a pesar de haber reducido su capacidad total en un 2,3 %. Lo que marcó la diferencia fue Asia: se incrementó la capacidad hacia Osaka y Nagoya, lo que impulsó notablemente el factor de ocupación en esa región y reflejó una sólida demanda por parte de operadores turísticos japoneses y exportadores tecnológicos finlandeses deseosos de retomar las reuniones presenciales.
En contraste, el tráfico transatlántico norteamericano siguió estancado. Finnair redujo las frecuencias a Los Ángeles y reportó una “caída significativa” tanto en capacidad como en pasajeros en las rutas a EE. UU. que aún opera. Los gestores de viajes corporativos señalan como obstáculos la depreciación del euro frente al dólar y los persistentes retrasos en la emisión de visados estadounidenses, mientras que Finnair atribuye la situación a los altos precios del combustible y a las rutas indirectas que aún deben evitar el espacio aéreo ruso.
Este panorama mixto subraya el dilema estratégico que enfrentan muchas aerolíneas nórdicas. El giro de Finnair hacia Asia está dando resultados, pero solo compensa parcialmente los ingresos de alto rendimiento que solía obtener en el Atlántico Norte. La aerolínea ya ha advertido a los inversores que el beneficio operativo anual será de apenas 30 a 60 millones de euros, frente a la previsión inicial de 30 a 130 millones. Las agencias de gestión de viajes aconsejan a sus clientes esperar una continua volatilidad en los horarios, especialmente en las rutas a EE. UU., y presupuestar tarifas más altas en vuelos hacia Japón, dado que la demanda supera la oferta reducida de asientos.
Para los equipos de movilidad global, el mensaje es claro: reservar con antelación los vuelos Helsinki-Japón, dejar margen en los itinerarios que conectan vía Helsinki hacia Norteamérica, y seguir de cerca las actualizaciones del horario invernal de Finnair, especialmente si los proyectos dependen de la capacidad de carga en bodega, que la aerolínea también redujo el mes pasado.
En contraste, el tráfico transatlántico norteamericano siguió estancado. Finnair redujo las frecuencias a Los Ángeles y reportó una “caída significativa” tanto en capacidad como en pasajeros en las rutas a EE. UU. que aún opera. Los gestores de viajes corporativos señalan como obstáculos la depreciación del euro frente al dólar y los persistentes retrasos en la emisión de visados estadounidenses, mientras que Finnair atribuye la situación a los altos precios del combustible y a las rutas indirectas que aún deben evitar el espacio aéreo ruso.
Este panorama mixto subraya el dilema estratégico que enfrentan muchas aerolíneas nórdicas. El giro de Finnair hacia Asia está dando resultados, pero solo compensa parcialmente los ingresos de alto rendimiento que solía obtener en el Atlántico Norte. La aerolínea ya ha advertido a los inversores que el beneficio operativo anual será de apenas 30 a 60 millones de euros, frente a la previsión inicial de 30 a 130 millones. Las agencias de gestión de viajes aconsejan a sus clientes esperar una continua volatilidad en los horarios, especialmente en las rutas a EE. UU., y presupuestar tarifas más altas en vuelos hacia Japón, dado que la demanda supera la oferta reducida de asientos.
Para los equipos de movilidad global, el mensaje es claro: reservar con antelación los vuelos Helsinki-Japón, dejar margen en los itinerarios que conectan vía Helsinki hacia Norteamérica, y seguir de cerca las actualizaciones del horario invernal de Finnair, especialmente si los proyectos dependen de la capacidad de carga en bodega, que la aerolínea también redujo el mes pasado.









