
Hablando en el Dáil el 5 de noviembre de 2025, el Ministro de Estado para la Migración, Colm Brophy, reveló que Irlanda ha expulsado a 99 ciudadanos de la UE hasta la fecha este año, cuadruplicando el total del año pasado, que fue de 24. El Ministro, respondiendo a preguntas de la oposición durante un debate sobre migración, explicó que este aumento se debe a una aplicación más estricta del Reglamento de las Comunidades Europeas (Libre Circulación), que permite la expulsión cuando la conducta de un ciudadano de la UE representa una “amenaza real, actual y suficientemente grave” para el orden público o la seguridad.
El mes pasado, 23 ciudadanos rumanos fueron deportados en un vuelo chárter, la mayor operación individual bajo este programa. Las expulsiones también afectaron a ciudadanos de Polonia, Lituania, España y Países Bajos. Brophy subrayó que la política está dirigida a personas involucradas en crimen organizado, comportamientos antisociales persistentes o delitos graves contra el orden público, y no a trabajadores migrantes comunes.
Este aumento ha generado preocupación entre grupos de derechos humanos, que temen un enfoque desproporcionado hacia ciertas nacionalidades y piden una definición más clara de lo que constituye una “amenaza grave”. La patronal Ibec advirtió que las expulsiones de alto perfil podrían disuadir a trabajadores transferidos dentro de la UE, especialmente en sectores como la construcción y la hostelería, si se perciben como débiles las garantías de debido proceso.
Las empresas que emplean a personal de la UE deberían revisar el cumplimiento de las condiciones laborales y asegurarse de que los empleados comprendan sus obligaciones de residencia para evitar incumplimientos involuntarios que puedan desencadenar procedimientos de expulsión.
El mes pasado, 23 ciudadanos rumanos fueron deportados en un vuelo chárter, la mayor operación individual bajo este programa. Las expulsiones también afectaron a ciudadanos de Polonia, Lituania, España y Países Bajos. Brophy subrayó que la política está dirigida a personas involucradas en crimen organizado, comportamientos antisociales persistentes o delitos graves contra el orden público, y no a trabajadores migrantes comunes.
Este aumento ha generado preocupación entre grupos de derechos humanos, que temen un enfoque desproporcionado hacia ciertas nacionalidades y piden una definición más clara de lo que constituye una “amenaza grave”. La patronal Ibec advirtió que las expulsiones de alto perfil podrían disuadir a trabajadores transferidos dentro de la UE, especialmente en sectores como la construcción y la hostelería, si se perciben como débiles las garantías de debido proceso.
Las empresas que emplean a personal de la UE deberían revisar el cumplimiento de las condiciones laborales y asegurarse de que los empleados comprendan sus obligaciones de residencia para evitar incumplimientos involuntarios que puedan desencadenar procedimientos de expulsión.









