
Las autoridades de inmigración de Irlanda han completado su mayor operación de expulsión del año, organizando un vuelo chárter nocturno desde Dublín a Tiflis que devolvió a 52 ciudadanos georgianos — 45 adultos y siete niños en unidades familiares — el 3 de noviembre. La Oficina Nacional de Inmigración de la Garda (GNIB) escoltó a los pasajeros, con el apoyo de personal médico, intérpretes y un observador independiente de derechos humanos. El vuelo aterrizó a las 02:30 hora irlandesa del 4 de noviembre, confirmó el Departamento de Justicia.
Este chárter fue el sexto de 2025, elevando el total del año a 351 deportaciones por vuelos chárter y más de 500 en total, incluyendo las expulsiones comerciales. El ministro de Justicia, Jim O’Callaghan, afirmó que las deportaciones “continuarán durante el resto de 2025” y describió los vuelos chárter como una herramienta esencial para hacer cumplir las 3,870 órdenes de expulsión emitidas hasta ahora este año.
Para los responsables de movilidad corporativa, estas cifras indican una postura más estricta de Irlanda en materia de cumplimiento: se está dando prioridad a la expulsión de personas que han excedido su estancia o cuyos pedidos de protección han sido rechazados, y el gobierno demuestra capacidad para organizar vuelos masivos. Los empleadores que patrocinan permisos de trabajo o estudio deberán revisar cuidadosamente los documentos de estatus y las obligaciones de salida para el personal cuyas solicitudes hayan sido denegadas o cuyo permiso haya expirado.
Los georgianos representan una proporción creciente de las solicitudes de asilo en Irlanda, una tendencia que se repite en otros países de la UE tras la entrada en vigor en 2017 del acuerdo de viaje sin visado entre Georgia y los países Schengen. Aunque Irlanda no forma parte de Schengen, su régimen sin visado para titulares de pasaportes biométricos georgianos provocó un aumento de solicitudes en 2023-24. Las recientes expulsiones sugieren que las autoridades irlandesas consideran que muchas de esas solicitudes carecen de fundamento.
Consejo práctico: cuando la expulsión es probable, los programas de retorno voluntario siguen siendo la opción más económica y menos disruptiva para empleadores e individuos. La última operación de chárter costó al Estado 187,625 euros; las salidas voluntarias evitan la detención y las prohibiciones de reingreso, y a veces pueden organizarse con poca antelación.
Este chárter fue el sexto de 2025, elevando el total del año a 351 deportaciones por vuelos chárter y más de 500 en total, incluyendo las expulsiones comerciales. El ministro de Justicia, Jim O’Callaghan, afirmó que las deportaciones “continuarán durante el resto de 2025” y describió los vuelos chárter como una herramienta esencial para hacer cumplir las 3,870 órdenes de expulsión emitidas hasta ahora este año.
Para los responsables de movilidad corporativa, estas cifras indican una postura más estricta de Irlanda en materia de cumplimiento: se está dando prioridad a la expulsión de personas que han excedido su estancia o cuyos pedidos de protección han sido rechazados, y el gobierno demuestra capacidad para organizar vuelos masivos. Los empleadores que patrocinan permisos de trabajo o estudio deberán revisar cuidadosamente los documentos de estatus y las obligaciones de salida para el personal cuyas solicitudes hayan sido denegadas o cuyo permiso haya expirado.
Los georgianos representan una proporción creciente de las solicitudes de asilo en Irlanda, una tendencia que se repite en otros países de la UE tras la entrada en vigor en 2017 del acuerdo de viaje sin visado entre Georgia y los países Schengen. Aunque Irlanda no forma parte de Schengen, su régimen sin visado para titulares de pasaportes biométricos georgianos provocó un aumento de solicitudes en 2023-24. Las recientes expulsiones sugieren que las autoridades irlandesas consideran que muchas de esas solicitudes carecen de fundamento.
Consejo práctico: cuando la expulsión es probable, los programas de retorno voluntario siguen siendo la opción más económica y menos disruptiva para empleadores e individuos. La última operación de chárter costó al Estado 187,625 euros; las salidas voluntarias evitan la detención y las prohibiciones de reingreso, y a veces pueden organizarse con poca antelación.










